¡Fanáticos de las películas de acción, ya ha llegado por quien lloraban! Liam Neeson trae otra de sus clásicas, las que nunca decepcionan, la que todos temimos que no llegaría cuando se le acabó la familia para una cuarta Búsqueda implacable.
En esta ocasión, Mike (Liam Neeson) es un ex policía de 60 años que se dedica a vender seguros. Su vida, económicamente inestables después de la crisis inmobiliaria en Estados Unidos, transcurre de manera relativamente normal hasta que un día una red invisible empieza a moverse y pone todo patas para arriba.
No hay spoiler en contarles que lo despiden del trabajo, aborda un tren y le hacen una solicitud: “¿Estarías dispuesto a hacer algo que no te afectaría en lo más mínimo, pero afectaría la vida de otra persona que no conoces a cambio de un premio?” y (¿podría ser de otro modo?) Mike dice que sí.
Problemas más, problemas menos, se ve envuelto en la búsqueda implacable (la vieja confiable) de un pasajero que no conoce y del que no sabe prácticamente nada. Lo divertido es que, además de las escenas de acción y patadas y tiros y saltos y carreras y todas esas cosas que van incluidas en Liam Neeson, también uno –como espectador- hace las de Sherlock para adivinar quién es Pryne.
Claramente, esta película tiene menos muertos que todas las búsquedas implacables anteriores, pero no por eso es menos entretenida y emocionante. Incluye su punto de clímax y respectivo su tren descarrilado.
Desde mi parecer, la película cumple con todo lo que promete y con lo que se espera. Un tipo bueno, varias buenas peleas, un tipo malo y gente que se cae por la ventana del tren (sin gore, sin sangre, todo muy acción buena y de calidad).
¿Recomendable? 100%. Pasarán un rato ameno, disfrutarán de su pop corn en el borde de su asiento a ratos, cómodamente recostados en otros, se reirán, no llorarán (probablemente), pero sí puede que haya una pequeña sensación de empatía al final ¡No decepciona!
Por Adriana Villamizar