El largometraje del director argentino Ulises Rosell formó parte de la competencia Horizontes Latinos del Festival Internacional de Cine de San Sebastián y se suma este 17 de octubre a la cartelera local.
La película “Al Desierto”, del director argentino Ulises Rosell, es un drama que transcurre en la patagonia ilustrando la crudeza, la soledad de ese lugar y hace un acercamiento al mito de las cautivas. Desde este 17 de octubre se integra a la cartelera de multisalas y salas alternativas de cine de Antofagasta a Coyhaique.
El elenco, compuesto por talentos chilenos y argentinos, está liderado por la actriz Valentina Bassi (Julia), Jorge Sesán (Gwynfor), José María Marcos (Prieto) y Gastón Salgado (Ahumada).
El film retrata la historia de Julia, una joven que trabaja en un casino de juegos en la zona patagónica de Comodoro Rivadavia, donde es muy mal pagada. Ahí conoce a Gwynfor, un empleado de una empresa petrolera de la zona, que le promete un puesto de trabajo. Con ese motivo juntos, emprenden una travesía que se vuelve una pesadilla en medio del desierto.
Ulises Rosell, director de la cinta, detalla que “esta historia trata de las situaciones de aislamiento, de no estar bajo la mirada de los demás, que puede sacar a luz otras facetas de los personajes. Creo que esa condición permite una libertad de acciones pero acá se abre al beneficio de la duda. Nadie sabe cómo puede ser cada uno en circunstancias extremas”.
Rosell se ha desempeñado tanto en el terreno de la ficción como en el documental para cine (El etnógrafo, 2013) y televisión en el país trasandino (“Diálogos fundamentales del Bicentenario”, 2011 y “Crímenes a la medida de la historia”, 2007).
Con respecto al elenco, Rosell explica que los protagonistas Valentina Bassi (actriz de origen patagónica de teatro, televisión y cine) y Jorge Sesán (utilero de cine y protagonista del clásico del cine argentino “Pizza, Birra y Faso”, 1998) no se conocían ni tampoco se vieron hasta que tuvieron que rodar las escenas de la película. “Para filmar un secuestro quería una pareja sin química previa”, asegura al teléfono desde Argentina.
En esta obra el director ofrece una reflexión acerca del mito de las cautivas, robos de personas –especialmente mujeres y niños– que realizaban indígenas a otros grupos con los que tenían conflictos armados en la pampa durante el siglo XIX y descrito en la literatura argentina como el clásico Martín Fierro de José Hernández.
Rosell señala que indagar en esas dinámicas vino a su cabeza cuando se encontraba en la localidad de Chaco Salteño investigando para su célebre documental ‘El etnógrafo’. Dicha obra da a conocer la cosmovisión de la comunidad indígena wichí de la mano del antropólogo inglés John Palmer, quien llegó a esa localidad para estudiar a ese grupo y terminó convirtiéndose en su representante legal y uno de sus miembros.
“Descubrí que al igual que en la pampa del siglo XIX, aún existían los espacios infinitos, aquellos que posibilitan los cautiverios al aire libre volviendo inútil todo intento de fuga. Entonces volvió la idea de la cautiva, adaptada a este escenario patagónico”, apunta sobre la obra que le valió el Premio a Mejor Documental, Festival de Biarritz el año 2012.
Otro elemento crucial en esta obra es el papel de la naturaleza, que se transforma en un personaje más, gracias al tratamiento audiovisual que Rosell y su equipo se propusieron proyectar. “Componer con el horizonte y dos personajes, tiene el atractivo de encontrar las infinitas variaciones, y eso a la larga ordena y va trazando un estilo. A los que nos formamos viendo cine con esos entornos nos llevan a pensar en el Western, que es una de las formas más bellas del cine”, destaca el director.
“Al Desierto” llega a salas de cine locales tras su paso por el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y la sección Horizontes Latinos del Festival Internacional de San Sebastián.
Junto al trabajo de Rosell se exhibirá el cortometraje “Hombre eléctrico”, del director nacional Álvaro Muñoz. La historia se centra en un pequeño pueblo en medio del desierto donde los espejismos cobran vida y donde el tiempo parece no avanzar. Ahí viven Fresia y Gastón, su hijo, que reviven sonidos, música y gestos gracias a una bicicleta que les permite ser los únicos con electricidad.
Fuente: DCI Distribución