Hay películas dramáticas que pueden llegar a entretener y a la vez provocar en el espectador un sinfín de emociones, pero les tenemos especial cariño a aquellas que generan una reflexión crítica y que al terminar se quedan rondando en tu mente para seguir pensando en ella por un buen rato. En los estrenos de esta semana tenemos una película que trae consigo un gran mensaje y busca tocar en el espectador su fibra más sensible, me refiero a El castillo de cristal (The glass castle), dirigida por Daniel Cretton y protagonizada por la ganadora al Oscar, Brie Larson. Cretton es conocido por brindarle a sus producciones un toque de realidad, anteriormente ya había trabajado con Larson en la película Las vidas de Grace (Short Term 12), siendo esta nominada a varios premios. En esta nueva producción, basada en el Best Seller biográfico del mismo nombre escrito por la propia periodista y escritora estadounidense Jeannette Walls, se suman al elenco actores como: Woody Harrelson, Naomi Watts, entre otros, quienes darán vida a una historia verídica plasmada en la pantalla grande que busca demostrarnos que después de todo el hogar se encuentra en donde está el corazón.
En cuanto a la trama, esta se basa en la vida
Jeannete Wallas (Brie Larson), en el presente y su caótico pasado siendo parte de una familia bastante disfuncional. En el año 1989
Jeannete es una exitosa periodista que se codea con personas importantes y con clase, prometida de un hombre adinerado y alejada de sus padres con los cuales mantiene una dificultosa relación. Es por medio de
flashbacks que conoceremos su pasado, con una familia nómada que se constituye de dos hermanas y un hermano, una madre
(Naomi Watts) de espíritu libre que no se dedica a más que ser una pintora muy orgullosa de su arte, que aborrece la idea de una vida convencional y que no está dispuesta a asumir la responsabilidad de criar a sus cuatro hijos. Un padre
(Woody Harrelson) que adora a sus hijos, es inteligente, divertido pero alcohólico y que estando borracho se convierte en una persona destructiva y poco de fiar. No viven en un lugar estable, sobreviven lo mejor que pueden y
Jannete, junto a sus hermanos, aprenden a cuidar de sí mismos mientras se mantienen en ese círculo vicioso y tormentoso para finalmente crecer y marcharse a New York en donde la protagonista, a pesar de hacer su vida, se dará cuenta que aprendió de su padre mucho más de lo que ella cree y que a final de cuentas la familia es lo más importante.
Si buscan una historia para entretenerse y a la vez admirar y sentir, esta es la opción. Hablo de admirar en diferentes sentidos, ya que, en primer lugar, hay un buen trabajo estético de iluminación y color para que estos se fusionen con la trama, con cada acontecimiento y con las emociones de los personajes. Marti Noxon, encargado del guion, logra de buena manera plasmar el clima de pobreza que rodea a la familia, además de otorgarle una narrativa y diálogos llamativos.
Cabe destacar el adecuado manejo de la música, al igual que el montaje y la fotografía. También es admirable en cuanto a las actuaciones, quiero destacar a Woody Harrelson, su interpretación nos sigue demostrando el increíble talento que posee para darle vida a tan complejos personajes, es realmente notable, tanto que hasta opaca a Brie Larson, quien aparece mucho menos en pantalla. Este es un tema interesante, se juega con la línea del tiempo y se yuxtapone presente y pasado para conocer las raíces de la protagonista, por lo que Larson poco aparece en pantalla y muchos podrían pensar que su interpretación no es tan destacable, pero recordemos que es una biografía, no hay un ritmo cinematográfico estable y que a ratos se vuelve lento, pero que es necesario para comprender la trama. Los momentos de aparición de la actriz son buenísimos, consigue que el espectador se sienta en sus zapatos, pero lógicamente es la Jannette pequeña interpretada por Ella Anderson quien destaca. A mi parecer, a pesar de ser una biografía, el protagonismo se lo roba Harrelson, interpretando a este padre disfuncional que realiza una critica constante a la sociedad norteamericana a la vez que a su manera de entregar amor a su familia, otorgándole ese toque de realismo que siempre busca Cretton, realismo duro, oscuro y hasta desgarrador que nos concederá momentos realmente emotivos, para finalmente entregarnos el mensaje de que la familia lo es todo, de que finalmente el hogar se encuentra en donde se halla tu corazón. Una película dramática hecha para sentir, no es una obra maestra, pero funciona al sostenerse en las buenas interpretaciones del elenco.
El Castillo de cristal nos enseña como la lucha contra las inclemencias es lo que otorga la verdadera belleza y si son de esos espectadores que disfrutan los dramas y más si son basados en hechos reales, de seguro esta película les encantará.
Por Camila Toro.