Basada en la novela El Motel del Voyeur de Gay Talese, llega a Netflix el documental Voyeur: la crónica de un mirón que se compró un motel para describir las conductas sexuales de sus huéspedes. Desde fantasías eróticas hasta sexo aburrido, el mirón pretende lograr una descripción de la vida oculta de los americanos con la precisión que da estudiar a otro sin ser visto.
El largometraje es la puesta en pantalla del cómo se hizo del libro, por lo que lo más interesante es que agregas datos que son imposibles de percibir en la forma escrita –a pesar del extraordinario trabajo periodístico de Talese: la cara de Gerald Foos, el mirón, y su segunda esposa, la maqueta del motel, las impresiones de Talese.
¿Cómo funcionaba todo? Gerald Foos compró un motel en Denver. La arquitectura del recinto permitía la construcción de una especie de entretecho con piso acolchado que daba a ciertas habitaciones a través de rejillas de ventilación. El mirón (voyerista) se acostaba largas horas a observar –solo o con su esposa- a las personas tener sexo, ver televisión o mirarse en el espejo. Poner un espectáculo para él sin saberlo.
Fue registrando sus anotaciones en una pequeña agenda. Cuando esta fue lo suficientemente interesante a su parecer, contactó a Gay Talese, un periodista audaz que acababa de publicar un libro sobre sexualidad estadounidense. Se contactaron durante años y la historia finalmente fue publicada cuando las acciones ya no eran perseguibles en tribunales o bien, los participantes de las anécdotas estaban muy viejos como para recordar o muertos.
El documental, como el libro, pueden resultar un tanto morbosos por lo explícitos, pero no por eso menos interesantes. Quizás se sienta un poco como plato repetido, sin embargo, leer tanto el libro como el documental porque si bien el carácter visual llega a lugares que la novela no puede, el fondo es prácticamente el mismo.
Por Adriana Villamizar