De vez en cuando llegan a nuestras carteleras películas que apuestan por un concepto fácilmente vendible por lo llamativo, y Fragmentado (Split) es una de ellas. Pensemos en un James McAvoy con problemas de identidad y a la protagonista de The VVich envuelta en una compleja historia de supervivencia. A eso sumemos un guion escrito y dirigido por el experimentado M. Night Shyamalan (El sexto sentido, Señales) y podríamos predecir una narrativa que cruza con méritos los terrenos del terror psicológico. No estamos ante el mejor Shyamalan, pero debo destacar que la película funciona como un producto de entretención reflexiva, donde hay muchas capas para dilucidar y una “variedad de personajes” bastante interesante.
Todo comienza con tres adolescentes que son secuestradas por Kevin (James McAvoy), un extraño sujeto quien las encierra en una habitación sin motivo aparente. En el mismo transcurso, descubrimos que el secuestrador sufre un trastorno de personalidad múltiple, y desde aquí nuestra atención no descansa. La cantidad de información que se desprende del gigantesco mundo de este particular personaje es mucha, son 23 personalidades las que habitan en él, y que tarde en desarrollarse involucra varias cosas. Mientras Casey (Anya Taylor-Joy) demuestra paulatinamente que su rol de protagonista se escapa de ser simplemente la más astuta de las tres, se nos presenta a la psiquiatra del secuestrador, la Dra. Karen Fletcher (Betty Buckley). La relación entre el antagonista a ambos personajes crece de manera muy simétrica, y por ambos lados se va dilucidando una verdad que tarde o temprano va a desencadenar el caos.
El suspenso es la clave, pudiendo apostar por unas escenas climáticas eficaces y construidas gracias a la dosificación en la construcción de sus protagonistas, pero si hay algo que hace que esta película justifique su existencia es James McAvoy y su fantástica multi-faceta actoral. Fue un verdadero placer verlo apoderarse de la pantalla, algo inevitable al ver su rostro con tal variedad de gestos y vestimentas. Pese al reto que tenía al frente, hay un cuidado particular en la naturalidad puesta en cada uno de sus personajes, y el paso entre ellos no deja de sentirse impredecible, aspecto fundamental en una historia que esconde más de lo esperado. Son esos límites que imparte la ciencia los que expanden un conflicto hasta lugares impensados, y llegar al tercer acto en pie es una ilusión que tiende a ensuciarse por el riesgo que toma un brusco punto de giro, algo que no sorprende si conoces la filmografía de Shyamalan. Lo positivo es que la intensidad jamás se detiene, y aceptar el cambio de tono del final no se hace tan difícil, especialmente por las revelaciones que conectan las cosas en otro nivel.
Reconocer que Fragmentado me dejó con quebraderos de cabeza es como decir “no me arrepiento de esta experiencia”. Y así es, con sus innegables extrañezas y correctas actuaciones se mantiene como una apuesta firme en conseguir lo que desea, y estoy convencido que difícilmente pueda olvidarla. Ahondar en las posibilidades de la mente humana es un ejercicio que le ha traído grandes temáticas a este arte en el pasado, y con más o menos talento, siempre aporta tema de conversación. M. Night Shyamalan ha vuelto a demostrar que no ha olvidado su sello como cineasta, su más reciente obra le habla a todos los que disfrutamos de ese lenguaje lleno de giros dementes, y aunque Fragmentado sigue funcionando de manera independiente, no deja escapar la posibilidad de deleitarnos con detalles que esclarecen los futuros planes del director, una ambición mayor a la esperada.
Por Andrés Leiva