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8/22/17

[Reseña cine] La Cordillera: Un thriller político de calidad

Entre el 20 y el 27 de agosto, se realizará la decimotercera edición del festival de cine en Santiago, SANFIC. Buscando promover el arte y la cultura en nuestro país, este festival se ha caracterizado en realzar tanto el cine nacional como el latinoamericano además de acercar al pueblo chileno con el cine mundial, presentando estrenos de todo tipo.

Uno de estos estrenos que podremos ver en esta edición del SANFIC es La Cordillera, película argentina con coproducción con Francia y España, dirigida y coescrita por Santiago Mitre, en su tercer largometraje. Con un gran casting donde destacan: Ricardo Darín, Alfredo Castro, Dolores Fonzi, Erica Rivas, Paulina García y Daniel Giménez, entre otros.


Hernán Blanco (Ricardo Darín), un antiguo intendente provinciano, es electo recientemente como el nuevo presidente de Argentina, y debe asumir su primer gran desafío en términos de política internacional, en una cumbre a celebrar en Chile donde los países de América del sur buscan generar una alianza petrolera que beneficie el desarrollo de la región. Sin embargo, el nuevo presidente cruza la cordillera en medio de fuertes cuestionamientos en su país por su aparente inexperiencia en alta política, y también pasando por una crisis familiar, teniendo a un ex yerno quien amenaza con demandar por antiguas prácticas políticas.

En Chile, estos problemas no desaparecen, y además tendrá que lidiar con el fuerte lobby político al que se verá expuesto, en una cumbre donde todos son eclipsados por el presidente brasilero, a quien incluso le llaman “el emperador”, y donde Blanco buscará consolidar su posición.


La Cordillera nos muestra el ajetreado mundo político, y en definitiva, el mundo del poder, con forcejeos políticos, negociaciones y confabulaciones tanto a pequeña como gran escala. La resolución de problemas domésticos, cambios a última hora en la cumbre para manipular el destino de la cumbre y así ganar influencia, y como no, más poder. Como bien dice una periodista en la película, uno tiende a pensar que los políticos tienen una manera distinta de ver el bien y el mal, no eligen una definición, sino que las moldean según sus intereses. Esto es lo que hace el poder, y La Cordillera logra manifestarlo de gran forma.

Cuando el rol protagónico queda en manos de alguien como Ricardo Darín, uno podría esperar una performance de nivel, y en esta ocasión, cumple con creces. Con solvencia, Darín representa a este “hombre común” como es llamado, llevando de gran manera la evolución del personaje a lo largo de la película, mostrando según avanza, su lado más oscuro. Este desenvolvimiento es logrado también por los demás actores, que por más que no tengan grandes papeles, con sus escenas precisas logran mantener y permitir el avance del filme con fluidez y credibilidad.


Se destaca el manejo de las cámaras y las tomas en la película, la fotografía tampoco se queda atrás, aprovechando la bella cordillera de los Andes, siendo esta el escenario de gran parte del largometraje.

Teniendo como referente a House of Cards como uno de los thrillers políticos más destacados, La Cordillera no se queda atrás en su manera, entiendo las diferencias obvias entre una serie y una película. Es intensa de principio a fin, solamente me hubiera gustado que se desarrollara más la trama de la hija de Blanco, pero fiel a su estilo, el filme juega más con la insinuación y deja a interpretación del espectador, pero que no afecta a la experiencia en la película.

Si piensas ir al SANFIC este mes, y disfrutar de estrenos del cine latinoamericano, que además cuenta con la presencia de actores nacionales, queda más que recomendada no perderse La Cordillera.


Por Luis Umpierrez

5/17/17

[Reseña cine] Kóblic: Cuando los protagonistas hacen de salvavidas

Después de la gran oleada de cine chileno que llegó a nuestra cartelera desde más o menos comienzos de marzo, llegó la hora de que nuestros amigos trasandinos trajeran a este lado de la cordillera un poco de su buen cine de exportación. Así, este jueves tendremos en nuestras salas la última película de Sebastián Borensztein (Un Cuento Chino), llamada Kóblic.


La película trata sobre el ex capitán de la Armada, Tomás Kóblic (Ricardo Darín), quien durante la dictadura argentina a fines de los 70 participó en los denominados “vuelos de la muerte” —donde arrojaban vivos al mar a los detenidos desaparecidos—, y que al retirarse encuentra refugio en Colonia Helena, donde la palabra del déspota comisario Velarde (Óscar Martínez) es ley absoluta.

En términos generales, puedo decir que “Kóblic” es una película que te deja con una sensación de relativa satisfacción, lo cual en este caso no es algo muy bueno. Para ser más preciso, la película funciona con más eficiencia que espectacularidad; su guion es el clásico de manual (salvo por una gran excepción), y por esto la historia marca notoriamente sus tres actos a lo largo de la película, además los conflictos se ven manejados de manera predecible —pero no menos efectivo a la hora de contar la historia— y en ciertas ocasiones había secuencias donde costaba encontrar la verosimilitud de lo que se ve en pantalla. Aun así, la película tiene ciertos vestigios de espectacularidad, principalmente en escenas donde parecían mezclarse elementos del género Western e incluso del cine Noir y que, ayudado también en la excelente fotografía de esta obra, nos deja con un sabor muy dulce en materias más cinematográficas.


Ciertamente los puntos más fuertes de la obra son sus dos protagonistas; Kóblic, quien es interpretado por Darín, quienes muchos ya conocen por películas como Nueve Reinas o El Secreto de sus Ojos, él logra una química fantástica con Óscar Martínez —quien interpreta al coronel Velarde—, a tal punto que son las escenas entre ellos dos las que permiten que este filme no se hunda por completo. Esto se debe en gran parte a que los dos personajes funcionan como dos villanos que se enfrentan entre sí, a diferencia del clásico héroe vs villano. Los matices que se le dan a la ambigüedad moral y a la crudeza emocional de estos personajes, sumado al tremendo trabajo de sus intérpretes es definitivamente el salvavidas de esta película que podría haber pasado con más pena que gloria.


 Por José A. Pino

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