Chile, país extremo. Desde las áridas alturas altiplánicas de la Cordillera de los Andes en el norte hasta el desierto de hielo de la Antártica una franja estrecha de tierra se extiende orgullosa y en cada punta un chileno. Un chileno porfiado.
Porfiado, “Dicho de una persona: Terca y obstinada en su dictamen y parecer” dice la RAE. Porfiado, el que se atreve a lo que otros no imaginan, enfrentando la adversidad. Porfiado, una familia haciendo patria en una isla perdida; marinos investigando el clima helado fuera del continente; el proyecto de colonización de un pueblo.
Porfiados son todos los personajes de –cómo llamarlo de otra forma- Porfiados, el primer libro del periodista Patricio de la Paz. Una invitación a recorrer los lugares recónditos de Chile, fuera del gran Santiago y de las playas de veraneo. Un vistazo a la vida de aquellos intrépidos que se atreven a vivir en condiciones extremas, contra frío, calor y escasez, y que logran convertir la dificultad en belleza.
Por increíble que parezca, no es ficción. Patricio de la Paz no se imaginó una casa en la cima de un precipicio a donde sólo llega un barco a recargar cada dos o tres meses ni un pueblo casi fantasma en las alturas nortinas casi peruanas. Él los vivió, los experimentó, palpó cada tramo de tierra que reproduce en un texto cercano, amable, profundamente chileno.
Porfiados es más un regalo que la bitácora de un viaje. Es recorrer virtualmente las planicies del desierto, entrar en la cabaña del guardaparques; caminar a pie por las lomas del sur para encontrar la casa del lonko; recrear rincones de Chile que quizás, de otra forma, nunca lograríamos conocer.
¿Por qué leerlo? Porque lo exige el amor patrio. Leer Porfiados es como bailar una cueca en fiestas Patrias, brindar con un terremoto, alentar a la Roja, orgullecerse de los porotos con riendas o gritar en las plazas de Europa para encontrar otro chileno. En buen chileno, Porfiados es bacán.
Por Adriana Villamizar