Mi gran frustración de la vida quizás es no tener los ojos de Nicole Kidman ¿Es esto un comentario demasiado superficial para recomendar la película por la que probablemente será nominada al Oscar esta maravillosa actriz? Sí, absolutamente. Totalmente. Destrucción se roba todos los aplausos, todos los suspiros, todo, todo, todo. Y parte precisamente con los aún más impresionantes ojos de Nicole en plena pantalla.
La historia va más o menos así: Una policía alcohólica hecha literal papilla llega al sitio de un homicidio en plena calle. Le mira el cuello al cuerpo tirado en la calle y dice que sabe quién fue, pero no lo dice. Va a su auto, cierra los ojos… y se desencadena un montón de recuerdos tortuosos que son los que llevaron a la policía a ser así.
Estos recuerdos incluyen drogas, policías encubiertos, sucesos que no deberían haber pasado, remordimientos, amor (doloroso amor) y muchas malas decisiones. Una secuencia de escenas que se intercalan con la supuesta búsqueda del homicida que van conformando y explicando un presente sórdido.
¿Suena normal? Pero no lo es. No lo es en absoluto. La caracterización de Nicole Kidman es espectacular y se aprecia aún más porque se ve una versión juvenil en los recuerdos que permiten hacer la comparación. El trabajo de maquillaje es excepcional y la representación de esta genial actriz le hace toda justicia.
La verdad es que me quedo sin palabras para recomendar que vayan a verla. En sí es una obra de arte que se convierte en una experiencia. En una continuidad de tensión de emociones y preguntas que se van respondiendo a medida que avanza la trama. Hablarles más significaría spoilearles algo que en realidad deben vivir.
¿Con quién vivirla? En realidad, pueden hacerlo solos. Todo el mundo desaparece cuando la luz se apaga y empieza la sala de cine y entras a un universo paralelo (que tristemente no es tan ficticio). Real, crudo, doloroso, penetrante, como los ojos de azules de Nicole Kidman en Destrucción.
Si no fui lo suficientemente convincente, denme el beneficio de la duda y vayan a verlo. Mis humildes palabras se quedan muy, muy cortas para explicar la obra maestra que van a presenciar.
Por Adriana Villamizar
