El astro Frank Sinatra interpretó hace ya casi 50 años la canción Strangers in the night. (Aquí el link por si quieren escucharla mientras leen la reseña). No, no hay fuentes fidedignas que señalen que Ken Haruf se inspiró en strangers in the night. Sí, probablemente la escuchó, pero bueno ¿quién no la ha oído?... y ¿qué tiene que ver?
Addie Moore es una viuda que vive sola en un pequeño pueblo. Su hijo, Gene, se ha marchado y ha hecho su vida por aparte. Una tarde Addie se presenta en la casa de Louis Waters, un vecino de unas casas más allá con una propuesta: “¿Quieres dormir conmigo esta noche?”
“Intercambiando miradas, preguntándonos ¿cuáles son las posibilidades?” dice Sinatra en Strangers in the night. Nosotros en la noche también es la historia de una apuesta: sin casinos ni mercado de valores (ni Brad Pitt), relata cómo dos personas pasando los 70 deciden dejar de lado lo que todos piensan que es correcto y ser felices.
Louis dice que sí. Y noche tras noche va a la casa de Addie, se toman un vino, conversan con la luz apagada y se duermen, sintiendo el calor del otro muy cerca. Luego viene Jamie, el nieto de Addie, y sus mundos se iluminan por un breve momento. Extraños en la oscuridad, aferrándose a la compañía espiritual del otro.
Nosotros en la noche es un recordatorio que hay vida después de que la juventud se ha ido; que seguimos siendo las mismas personas con necesidades, tristezas, miedos, sueños y deseos. Las mismas personas solitarias, esperando el momento para decir hola.
Esta novela es la última entrega de Ken Haruf quien falleció poco después, a la edad de 71 años. Quizás de ahí provenga la profunda reflexión sobre el sentido de intentar siempre agradar ¿vale realmente la pena someter la felicidad al qué dirán? ¿Y el amor? ¿Tiene un límite? ¿Un espacio? ¿Un tiempo? ¿Cuándo se puede amar?.
¿Por qué leerlo? Porque todos podríamos ser Addie o Louis: “extraños en la oscuridad con el amor a una mirada de distancia, un baile apretado y cálido”. “Extraños en la oscuridad…”. Nosotros en la noche.
Por Adriana Villamizar Rivera