Un peculiar robo hecho al Museo Nacional de Antropología de México en 1985, sorprendió a las autoridades al descubrirse que los culpables no eran ladrones profesionales de arte; si no que solo dos jóvenes de los suburbios. Esta es la historia de Juan Nuñez (Gael García Bernal) y Benjamin Wilson (Leonardo Ortizgris) y cómo en la víspera de Navidad cambiaron sus vidas.
Pese a ser un suceso real, la manera que tiene el director Alonso Ruizpalacios (Gueros) de relatar el robo es ingeniosa y encantadora. Como si cada secuencia fuese el capricho de un niño contándole una historia a sus amigos. El estilo de la dirección y cómo está escrito el guion convierten a Museo en una experiencia casi mágica y surrealista.
Es interesante ver que estos dos ladrones no roban por una urgencia económica o avaricia, más que eso, es algo místico. Va más allá de ellos. Como una nostalgia y melancolía que vive dentro de ellos buscando ser algo más que un par de estudiantes de veterinaria.
García Bernal es sublime, el actor continúa demostrando su solidez y versatilidad. Una, o quizás la mejor, de las escenas de Museo es la confrontación entre el mexicano y el chileno Alfredo Castro, quien hace del padre de Juan.
Durante la cinta se mencionan frases como que no hay preservación sin saqueo. Un dejo de orgullo nacional que trae a discusión el hecho de que muchas reliquias fueron robadas, vendidas, saqueadas hasta terminar –en el mejor de los casos- en los museos. O cómo sin los coleccionistas mucho del arte que se ha conservado, se habría perdido.
Museo es definitivamente una de las últimas gemas de México.
Museo es definitivamente una de las últimas gemas de México.
Por Constanza Lobos