En el interior de una cultura machista y de otra época, la figura de la vedette ha permitido la existencia de personajes tan especiales como Maggie Lay. Todo un ícono de los medios chilenos en los años 80, y un vestigio que se niega a desaparecer incluso hoy. Este documental, dirigido por Wincy Oyarce te hace partícipe de la historia detrás de bambalinas de una mujer que demuestra la importancia de ser quienes deseamos ser, y también las consecuencias de una vida artística inmensa en soledad.
“En el escenario soy Maggie Lay. Yo me bajo del escenario y soy la Maggita.” Es una frase que hace referencia a una segunda vida fuera de las luces y de las plumas, y es que nuestra protagonista lleva años trabajando como conductora de locomoción colectiva en San Bernardo. Día y noche se contrastan como si de un súper héroe se tratara, y eso encierra más que talento. Hay que hablar de una persona que se enfrenta a la vida con una entereza algo fracturada por el pasado, pero que a punta de carisma y sonrisas logra apropiarse de un cariño que nunca buscó, y seguir aquí, bailando como si se tratase de 20 años atrás.
Algo que marca el documental tiene que ver con la denotación de independencia de una mujer que ha logrado estar donde está por sí misma, y pequeños relatos nos permiten conocer parte del proceso de éxitos, del glamour, hasta las dificultades que te plantea la sociedad actual. Todo el transcurso de la historia se hace muy llevadero, y es un reflejo preciso de la personalidad de Magdalena Hay Sang Lay Wangnet, su nombre real. La música es parte importante de su vida, al igual que esa chispa en su forma de relacionarse, y el mérito en la realización está en lograr transmitir ambos aspectos de manera armónica y afirmando al personaje en todo su esplendor.
Un mundo casi olvidado por las nuevas generaciones tiene un último resplandor que se niega a apagarse, y sin importar lo tormentoso del camino o lo lejano que nos signifique, al final es una suerte tener la oportunidad de conocer a un personaje como Maggie Lay. El ejemplo de lo que terminan siendo muchas realidades de nuestro país nos planta múltiples cuestionamientos, pero ninguno opaca lo conseguido por esta vedette, la que, pese a ser consciente de que la juventud tiene la ventaja, sigue sorprendiendo, tanto en el escenario como fuera de él. La última vedette ya está en cartelera, no se la pierdan.
Por Andrés Leiva