En lo que llevamos del año 2018, la película dirigida por Jon M. Chu es la comedia romántica más exitosa del año. Es una adaptación del debut literario de Kevin Kwan y promete ser una experiencia de lo más exuberante.
La historia sigue a Rachel Chu, una china criada en Estados Unidos que pronto acompañará a su novio Nicholas Young, a la boda de su mejor amigo en Singapur. Al llegar, Rachel descubrirá que está saliendo con el heredero de una de las más grandes fortunas del país y claro, uno de los solteros más codiciados.
El trabajo de Peter Chiarelli y Adele Lim en adaptar la novela de Kwan al cine es espléndido. Lograron editar gran parte del libro que puede ser usada en la secuela que ya se encuentra en preproducción. Tomar un drama de dinastías, diferencias socioeconómicas y poder para convertirlo en un filme con mayores grados de comedia no es una tarea sencilla.
Un gran acierto fue el reparto, como la actriz Constance Wu que encarna al detalle a Rachel Chu. La química entre Henry Golding (Young) con Wu es exquisita, logran mantener la esencia del romance de principio a fin sin ser una cursilería. Hay que destacar al resto de los actores, que marcan la presencia correspondiente a sus personajes, no sin algunas diferencias sustanciales.
La dirección de Jon M. Chu crea un viaje fantasioso y entretenido, que posee momentos de sinceridad que permiten marcar una pausa entre tanto color y lujo. Más allá de las risas que pueda provocar, es una historia interesante que merece ser vista y explorada en el cine.
La dirección de arte y diseño de producción consiguieron evocar la opulencia fantástica descrita en el libro de Kevin Kwan. El espectáculo visual que se puede apreciar durante el filme no deja de asombrar de principio a fin.
Con una duración de dos horas, se hace corta y se vuelve amargo ver el comienzo de los créditos. Sin lugar a duda, recomiendo leer el libro y esperar con ansias la secuela.
Por Constanza Lobos