El regreso de Rupert Wyatt a la ciencia ficción estará marcado por varias cosas, pero la diversión no es una de ellas. La Rebelión es una película post apocalíptica ambientada en Chicago, donde tenemos una sociedad a merced de una especie extraterrestre que llegó a nuestro planeta para abastecerse de nuestros recursos naturales. Los humanos viven reprimidos como pocas veces han visto estas películas sobre invasiones espaciales, y la posibilidad de que una rebelión impulsada por un grupo de valientes pueda devolver la libertad para una especie que siempre ha reprimido a otras es una premisa que parecía oro. Además, con John Goodman haciendo de el jefe de policía lleno de misterios y con la tarea de hacerle la vida complicada a los rebeldes tampoco suena mal. El problema es que la película nunca se decide entre si quiere contar una historia de extraterrestres, o una revuelta social profunda, en especial por lo pobre de sus personajes y lo extenso que se vuelve el relato.
Tan sólo por el estilo que tiene Rupert Wyatt para dirigir da la sensación de que se están desaprovechando ideas desde el comienzo de la película. Los primeros minutos son motivantes, pues te hace creer que estaremos ante una película de supervivencia, con toda la diversión que eso significa. Pero esto se esfuma tan rápido como el protagonismo de John Goodman entregado a otros personajes que nunca consiguen que nos importen.
Es frustrante, porque ese aspecto cercano y poco extravagante hace que te den ganas de querer la película, pero lo que tiene de ideas es lo que le falta de cariño. No es extraño que las ganas de escapar del cine para ver Distrito 9 (2009) crezcan a cada segundo, una comparación inevitable al tratarse de dos cintas que demuestran un bajo presupuesto y con temáticas en común, pero con una diferencia abismal en la forma en que involucran al espectador.
La Rebelión quiere venderte la gestación de un plan para despertar la chispa que la humanidad perdió frente al abuso de poder, y lo hace de la manera más aburrida posible. Las escenas de acción son limitadas apenas un par en el segundo tercio de la película, el resto es un gran relleno que apenas puede salvarse gracias a John Goodman. Tampoco voy a hablar de que es una cinta sin pies ni cabeza, igual tiene cosas que decir y el acelerador lo pone recién en el desenlace de la historia, pero no es suficiente, las naves alienígenas y los geniales diseños de las criaturas merecían algo más.
Por Andrés Leiva