Es la primera novela del escritor español Javier Castillo. Con más 150.000 ejemplares vendidos solo en España, El día que se perdió la cordura se perfila como un fenómeno de ventas. De hecho, se compraron los derechos del libro para convertirlo en una serie de televisión.
En el centro de Boston un 24 de diciembre de la nada aparece un hombre desnudo con la cabeza decapitada de una joven. El director del centro psiquiátrico junto con una agente de perfiles del FBI, se adentrarán en una investigación que pondrá en juego sus vidas. Todo los llevará a los hechos ocurridos en el pueblo de Salt Lake hace diecisiete años atrás.
Es una historia narrada en tres tiempos: en 1996 en Salt Lake, luego en el 2013 en Boston y Quebec, Canadá; simultáneamente.
Desde las primeras cinco páginas el estilo de Castillo sorprende y engancha. A medida que uno continúa la lectura, se está consciente de que cada detalle importa y tiene su relevancia en el armado de la historia.
Desde las primeras cinco páginas el estilo de Castillo sorprende y engancha. A medida que uno continúa la lectura, se está consciente de que cada detalle importa y tiene su relevancia en el armado de la historia.
Es una trama sumamente compleja, al agarrarle el vuelo a los distintos tipos de tiempo y de narración, se convierte en una obsesión querer terminar de leer la obra. Es emocionante no saber qué será lo siguiente que va a pasar, por momentos me encontraba pensando: “oh, tengo muchas preguntas, ¡necesito respuestas!”.
Las casi 450 páginas se pasan en un soplido. Es un thriller deconstruido que sí es capaz de resolver todos los misterios que tiene y los que no, bueno quedan para el segundo libro que se viene: “El día que se perdió el amor”.
Como antes había leído sobre el libro, es cierto que existen varios guiños literarios de Paul Auster, George Orwell y Stephen King (hasta un poco de Gabriel García Márquez). Para finalizar debo decir que el epílogo al final del libro me dejó para adentro, con miedo y ansias espero ya leer el próximo.
Por Constanza Lobos