¿Qué pasaría si un niño con poderes como los de Superman se volviera malvado? Esta pregunta da pie a la premisa de Brightburn: hijo de la oscuridad, una película que da un vuelco al clásico mito de origen de superhéroes, transformándolo casi en una película de terror.
Y digo casi, porque los elementos están ahí: una atmosfera sombría, los ocasionales sustos de salto, las muertes y la sangre. Sin embargo, la película escrita por Mark Gunn y Brian Gunn, y del director David Yarovesky no pretende ser una como tal (o al menos no lo parece), sino más bien sigue el camino tradicional de una historia de origen del género superhéroe y le agrega estos tintes de horror.
Quizá hacerlo al revés hubiera probado ser más efectivo a la hora de dotar a esta película de algo que la hiciera destacar. Lo cierto es que, si bien Brightburn es muy fácil de digerir y disfrutar, el repetitivo uso de recursos y una trama donde se pueden predecir incluso esos despistes que los guionistas diseñan para la audiencia, hacen que el filme no logre brillar con suficiente fuerza como para destacar entre las muchas películas de superhéroes que se estrenan en el año.
La gran fortaleza que tiene Brightburn tanto en su guion como en su interpretación está en el personaje de Elizabeth Banks, Tori Breyer, la madre del malvado Brandon. En ella y su conflicto interno reside el verdadero potencial de la película, un conflicto que Banks logra relucir en una espléndida actuación.
Sumando y restando, Brightburn es una película que, a pesar de no destacar mucho, su llamativa premisa, un decente (y a ratos muy repetitivo) manejo de tensión y su tono oscuro, son capaces de hacer pasar un buen rato a los espectadores.
Por José A. Pino