La dictadura militar es, sin duda, uno de los temas más presentes en el cine chileno, ya son varias las producciones que lo han utilizado, algunas mejores que otras. En un principio, pensé que Cabros de mierda, la nueva película de Gonzalo Justiniano (Sussi, Caluga o menta, B-Happy), sería otra más del lote, pero me llevé una grata sorpresa. La película está muy bien contada, tiene buen ritmo y buenas actuaciones. Creo que el punto fuerte de esta historia son sus personajes, la Gladys, Samuel y el Vladi hacen de esta película algo muy especial. Para escribir Cabros de mierda, Gonzalo Justiniano se basó en material histórico, casos reales e imágenes inéditas, las cuales también usa en la película. Esto se nota y se agradece, porque el retrato del Chile en el periodo de la dictadura que nos presentan está muy bien logrado.
La película está ambientada en el año 1983, en pleno periodo de la dictadura, en la población La Victoria. La protagonista de esta historia es Gladys (Nathalia Aragonese), una joven encantadora y valiente, conocida como "La Francesita". Ella vive el día a día en este marginal barrio de Santiago junto a su madre, su hija y su simpático sobrino Vladi (Elias Collado). A la casa de Gladys llega a vivir por un tiempo Samuel Thompson (Daniel Contesse), un joven e ingenuo misionero norteamericano que viene a predicar la palabra de Dios.
Con su cámara, Samuel registrará cómo la población lucha por sobrevivir, entre ollas comunes, niños sin padres y las primeras grandes protestas. Cabros de mierda nos retrata la lucha que debieron tener algunas personas de la época con el fin de recuperar la democracia en Chile.
La película me gustó mucho, fue una verdadera montaña rusa de emociones, en algunas escenas me estaba riendo y al segundo emocionado hasta las lágrimas. Sin duda, estamos frente a un gran trabajo de dirección y guión de Gonzalo Justiniano, quien nos invita a recordar este oscuro y doloroso periodo de nuestro país, desde el punto de vista de un niño, un gringo y una carismática y valiente mujer. Es imposible no salir de la sala con un nudo en la garganta, pensando que todo lo que ocurrió fue cierto. Cuando terminó la película el público aplaudió espontáneamente, con eso se los digo todo. Vayan a verla antes de que la saquen de cartelera.
Por Gustavo Hernández