Frantz es la historia de una joven alemana, Anna, que perdió a su novio, llamado igual que la película. Está ambientada en el período entre guerras posterior al armisticio entre Alemania y Francia. Varias escenas de la película están dedicadas a retratar el conflicto que quedó pendiente entre ambos países: los muertos no se olvidan tan fácil.
Hablando de muertos, Frantz se murió en la guerra. Y el mundo se volvió gris. La película también: la mayor parte es en blanco y negro, con confusos fragmentos a color que aparecen cuando algo de Frantz revive metafóricamente…o al menos, eso se entiende. El blanco y negro pretende ayudar a la ambientación de comienzos del siglo pasado, pero lo logra solo en algunas escenas. El resto, es un recurso innecesario, pero que, bueno… es cine arte… se le perdona.
Adriene Revoir será el personaje que llega a conmocionar la vida de Anna. Él un joven francés, ella una joven alemana; él conocía a Frantz y pasa lo que tiene que pasar. Obviamente tiene que haber algo más porque no puede ser un mero caso de reemplazo de un joven muerto por otro joven exsoldado vivo. Adriene deberá enfrentar la desconfianza de los derrotados alemanes. En eso se va una hora de la película.
Después, Adriene no puede más con su secreto y le confiesa todo a Anna, que queda desolada. Todo muy cliché, muy predecible y bastante poco arriesgado. Luego, un período de redención y luego otro período luminoso que constituye un drama completamente distinto que viene solo a adornar la trama principal. Es algo así como que cuando llegas a la primera hora y se destapa la olla y miras que queda otra hora y te preguntas ¿qué mas puede pasar? ¿qué tanto más se puede alargar? Pueden y lo hacen: una hora más de un spin off de “Anna y Adriene: lo que pasa después de que ya no puede pasar nada más que sea coherente con la trama principal”. (Si lo dividieran en dos, probablemente ese sería el nombre).
Las actuaciones Paula Beer (Anna) y Pierre Niney (Adriene) son bastante aceptables. Paula Beer ganó el premio de “Mejor nueva actriz” en el Festival de Venecia de 2016 por su interpretación, merecida por los tres chilillones de primeros planos a su rostro inexpresivo o compungido. La película, dirigida por François Ozon, también ganó el Premio César a fotografía (a cargo de Phillipe Rombi) el 2016… Quizás ese es un motivo para verla. Otro mérito es que se trata un remake de “Broken lullaby”(1932) de Erns Lubitsch (quizás eso justificaba el blanco y negro… en 1932).
En definitiva, después de esta reseña ¿por qué alguien querría ver Frantz? Es una película bonita, un poco deprimente, bastante predecible, pero bonita al fin y al cabo. Tiene un muerto, tiene lágrimas, tiene romance, tiene un cuadro de Manet y un suburbio francés. En una escena casi hay una mujer con escote. En fin…es cine-arte.
Por Adriana Villamizar