Leer Escrito en el Cuerpo es toda una experiencia que nos lleva a cuestionarnos las medidas del amor, el deseo, la necesidad, el erotismo, la fidelidad y la identidad. Todos estos cuestionamientos se van desarrollando a través de la historia del narrador/a, de quien no sabemos su género ni sexo. Y es que pareciera ser que eso no es lo que importa cuando estamos frente a cuestiones del amor y el deseo. No podemos relegar el amor a ciertos sexos o géneros, ni tampoco establecer la relación de que un hombre se enamorará de una mujer y viceversa. De hecho, la misma autora ha señalado en varias entrevistas, en torno a la publicación de esta novela, que quiso borrar toda huella o señal que nos hiciera atribuir un género o sexo al narrador. Tampoco sabemos la edad, por lo que la historia es atribuible a cualquier historia de amor.
Y es tan interesante lo que ocurre con este sujeto/a, pues su identidad la descubrimos a partir de las relaciones que establece con los otros/as. La novela recorre esa identidad a partir de los amores que ha tenido con hombres y mujeres, y asevera que en ninguna relación logró enamorarse. Sin embargo, el panorama cambia cuando conoce a Louise, una mujer casada con un prestigioso doctor, Elgin, quien enamora de todas las formas posibles a nuestra/o protagonista.
Con ella, se adentra en una relación extramarital en la que vemos el amor, el deseo, el erotismo hacia el otro; además de la necesidad de estar y crearse a partir del ser amado. Pero, también vemos el triángulo amoroso que se forma entre narrador/a, Louise y Elgin; y las desavenencias propias de estas relaciones tensas. Y es que no es más que una respuesta humana frente a la infidelidad y al amor. Gracias a esta humanidad es que encontramos la respuesta al por qué no tenemos mayor información del/a narrador/a, pues el género pasa a ser un constructo social y el amor no tiene por qué estar estereotipado. Y, en esta novela funciona, pues todo lector puede verse reconocido en ella.
En la medida que Louise y nuestro/a narrador/a se encuentran, también vemos una descripción del deseo, pues nos imaginamos cada huella que ha dejado el cuerpo del/a narrador/a en Louise, podemos ver las caricias y tener noción del erotismo que embarga cada encuentro sexual. En este sentido, hay una exaltación al cuerpo, ese que florece en cada encuentro sexual y amoroso de la relación; pero que también sufre en los desencuentros y en la inseguridad de saber si Louise dejará a su esposo o no.
Así, la novela es una especie de topografía del deseo, del amor con sus relieves que se corporeiza en estas dos amantes; la medida de la fidelidad y del lazo conyugal. No es necesario tener más antecedentes de los personajes, y eso en un principio exaspera, pues siempre queremos saber el nombre, edad, sexo, género de nuestros protagonistas, pero si lo supiéramos no podríamos reconocernos en esta historia de amor apasionado; pues esta embarga a cualquier pareja de amantes en cualquier parte del mundo.
Por Belén Gajardo