Si las películas infantiles no son habituales en nuestra filmografía nacional, aún menos comunes lson las que convocan a una audiencia transversal. “Fiebre”, el nuevo largometraje de Elisa Eliash (“Mami te amo”), está pensado para un público amplio pero, principalmente, para los niños y su capacidad de imaginar y jugar.
Se trata de un largometraje único e imaginativo que fue construido con distintas técnicas, mezclando la animación con el live action. Ha recorrido festivales como el Black Nights Film Festival (Tallin, Estonia), FICValdivia (Chile), Mar del Plata (Argentina), Spirit of Fire (Rusia), el 41º Festival de la Cinemateca Uruguaya, Golden Flower (Beijing), Smile International Film Festival (Nueva Delhi), 8 Mi Primer Festival (Perú) donde fue distinguida como Mejor Película Largometraje.
Su estreno tendrá lugar en la Red de Salas de Cine de Chile el próximo 6 de julio. Distribuye bzfilms.
“Fiebre” está protagonizada por Lautaro Cantillana Teke (hijo de Néstor Cantillana y Macarena Teke). Lo acompañan Nora Catalano (hija de Paula Zuñiga), José Soza, Macarena Teke, Néstor Cantillana y Paula Zúñiga, entre otros.
ELISA ELIASH: “Los niños se convirtieron en agentes creativos esenciales”
“Hola. Mi nombre es Nino. No niño; Nino. Mi mamá no me deja prender fósforos pero hoy no me aguanté”, cuenta el pequeño protagonista mientras lo vemos sosteniendo el palito de madera encendido. A Nino tampoco le dejan jugar afuera por su “problema a los ojos”. Esto lo ha llevado a pintar compulsivamente. Un día, su madre le vuelve a contar su historia favorita sobre un misterioso cuadro y las cosas comenzarán a ponerse extrañas. Sumido en una fuerte fiebre, Nino es absorbido por la pintura. A partir de entonces, Nino se pierde en un laberinto de imágenes que solo lo alejará más y más de la seguridad de su hogar, pasando de la pintura al cine clásico, del dibujo a la fotografía y del paraíso polinésico al mito del volcán. ¿Podrá Nino volver con su madre?
“Fiebre” es un viaje sensorial que envuelve al público en cada proyección. Una experiencia cinematográfica única en nuestro cine y que apunta a convertirse en una película infantil de culto.
“No hay nada más entretenido que ver una película con niños”, destaca Elisa Eliash. “Para los que hacemos cine es el máximo desafío porque es la mirada más atenta y menos condescendiente; es la prueba de fuego. Siempre me llamó la atención el poco espacio que le damos en Chile a esta audiencia pero el “click” vino un día en que me tocó controlar el llanto de una niña con una historia. Es un ejercicio increíble para una narradora: capturar la atención pero también estar a la altura de las expectativas; sintonizar en los temas, hablar desde eso que los mueve y sin mirarlos en menos. Sin duda es una película que nace de mi lado más infantil también, es puro juego”.
La directora, quien fue coguionista de “El bosque de Karadima”, define a “Fiebre” como “una película divertida y algo delirante pero también desafiante y llena de sorpresas. Es una película sobre contar historias, muchas historias que se mezclan y se confunden con sueños y fantasías. Es un viaje de crecimiento lleno de paradas insólitas y mucha belleza visual”.
“La película tiene muchas capas, muchos juegos”, continúa Eliash. “Hay una idea sobre el difícil proceso de crecer, separarse de la madre y hacerse autónomo y también algo sobre la peligrosidad y también la fascinación por las imágenes; algo que las nuevas generaciones hiperconectadas e hiperaudiovisuales conocen bien. Además nos interesaba demostrar que el cine infantil puede ser tan entretenido como interesante, que la experimentación es compatible con la entretención y la emoción con el humor. Es un cine que no le teme a lo narrativo en el sentido más clásico, a contarte un cuento, pero elige hacerlo con formas locas”.
Sobre los desafíos que tuvo la película opina: “Para empezar, hay una mezcla de técnicas audiovisuales, de tratamientos, de estilos y técnicas de animación complejísima. Hicimos un trabajo de artesanía con los episodios animados, como dar vida a un dibujo en la arena, por ejemplo, como en una pintura que se moja y se transforma, o en un mundo de papel, o en el imaginario mítico de una leyenda polinésica. Hemos creado universos originales alucinantes, combinándolos con espacios reales no menos especiales”.
Trabajar con actores infantiles siempre supone un desafío. “Pero sobre todo, ha sido un placer”, destaca la cineasta. “También contamos con un equipo de entrenadores especializados y nos obsesionamos con hacer un trabajo impecable y profundo. Una de las cosas que más orgullo me da son los tremendos actores con los que tuve la suerte de trabajar, encabezados por Lautaro Cantillana Teke, que en ese entonces tenía once años, pero que es un actor nato. Sin duda, también influye el hecho de que sus padres son actores, a quienes ha visto desempeñar este oficio desde que tiene memoria, pero es algo más que eso. Lautaro posee una naturalidad y una intuición única. Yo lo conocía de guagua y siempre me llamó la atención su sensibilidad, su interés por la música, su tranquilidad y simpatía. Cuando supe que estaba interesado en actuar, no lo dudé. Además, surgió la idea de que sus padres interpretaran a los padres del personaje, lo cual encajaba perfectamente con el espíritu familiar del proyecto. El resto del elenco infantil son también brillantes, como por ejemplo la increíble Nora Catalano Zúñiga, hija de la actriz Paula Zúñiga, que ha tenido un efecto magnético en los públicos. Y es que el cine tiene esa capacidad de transmitir de forma tan directa, en este caso, la interpretación de estos -en ese entonces- niños maravillosos. Haber podido capturar eso es un regalo”.
Eliash agrega: “En esta película, los niños que participaron- que fueron muchos- se convirtieron en agentes creativos esenciales. Hay ideas brillantes y elementos fundamentales de la trama que fueron contribución de ellos. Haciendo la película comprobamos que si de verdad escuchas a los niños, el resultado solo puede ser genial”.