“No pretendas, Ulises preclaro, buscarme consuelos
de la muerte, que yo más querría ser siervo en el campo
de cualquier labrador sin caudal y de corta despensa
que reinar sobre todos los muertos que allá fenecieron”
Aquiles a Ulises, Odisea.
La búsqueda de la historia vedada de Manuel Mena, que fue a la guerra y no volvió más que en un féretro a la ciudad de Ibahernando, la pregunta por la heroicidad y la problemática del escritor como el sujeto atrapado en la escritura de su propia obra, que además es parte de su propia realidad; son los temas que se plasman en la última novela de Javier Cercas, El Monarca de las Sombras.
Editada por Literatura Random House, El monarca de las Sombras viene a ser una de las novelas más importantes de Javier Cercas, no sólo por su calidad narrativa y las temáticas que convergen entre sí, sino porque aborda de manera interesante la historia familiar que lo persigue desde que era pequeño, convirtiéndose en su propio narrador de la historia y al mismo tiempo, personaje que comienza su relato con la incesante necesidad de escribir una obra que narre la historia de Manuel Mena. Pero, además que la historia ayude a descifrar el enigma que ha significado esa figura para su familia.
La novela reconstruye la historia de aquel niño que aparece en las fotos familiares y del joven de los ojos enigmáticos. Javier Cercas recorre la historia de Manuel a partir del relato de los otros, siendo los otros personajes de la obra narradores y espectadores. En cierta forma, también van reconstruyendo la historia junto a Javier y eso es lo más interesante y bonito de esta obra; que las remembranzas, los recuerdos vienen a desempolvar el fantasma de Mena, construir y armarlo, y volverlo un recuerdo digno.
Javier creció escuchando los recuerdos de su madre acerca de Manuel, y a pesar de que este fantasma lo ha perseguido desde su niñez en los relatos familiares, que no son muchos, siente que debe honorar la memoria de este chico que murió muy joven en la guerra franquista. Es por esta razón, que la historia se dirige a la búsqueda de la identidad de Manuel, para de esa forma también reconstruir la del propio Javier. Los ancestros nos forman y se encuentran en nuestra historia, y Javier sabe que el tío de su madre ha marcado a su familia, y por ende a él. La política y el pensamiento ideológico aparecen también en escena, porque Manuel Mena pelea en la guerra, a favor de los franquistas y por ende en contra de los republicanos, siendo que su familia era partidaria de este último grupo.
Frente a esto, Javier Cercas se pregunta constantemente por qué Manuel decidió ir a la guerra, y llega a la conclusión de que el honor y el reconocimiento eran los objetivos a alcanzar por parte del joven, como forma de responder a la condición patricia de su familia. No obstante, la evolución de Manuel Mena también se da en la construcción que el propio Javier Cercas hace de él. En el comienzo de la historia, el autor alude a la figura de Aquiles, famoso guerrero de la guerra de Troya que destacó en la literatura de Homero como un hombre con capacidades sobrehumanas en el enfrentamiento. Merecedor de epítetos como “el de los pies ligeros” Aquiles se construye a partir de la gloria que obtiene en las batallas, de hecho el objetivo de Aquiles es la gloria y el reconocimiento que en ese tiempo otorgaba la asistencia y lucha en la guerra.
Es en este sentido que cobra significancia el hecho de que las obras literarias que acompañan a Javier Cercas en el proceso de escritura sean La Ilíada y La Odisea, pues en ambas obras aparecen dos Aquiles distintos. En la primera Aquiles es glorioso y goza de fama, mientras que en La Odisea Aquiles, ya muerto, añora no sólo el mundo de los vivos, sino que también el reconocimiento que poseía. Pero, también, y esto lo comenta el propio Cercas en El monarca de las sombras, pareciera ser que Aquiles se arrepiente de haber muerto por un error, como es haber caído en hybris, teniendo como única forma de redención la muerte. Así, Javier Cercas establece un paralelo entre Manuel Mena y el Aquiles tanto de La Ilíada como en La Odisea. En un comienzo, Manuel se asemeja al personaje de La Ilíada porque inicia su camino con la sed del reconocimiento y la gloria a partir de la participación en la guerra franquista. Pero, finalmente, termina como el otro Aquiles, sin reconocimiento alguno volviendo en un ataúd a su pueblo natal. En cierta forma, la guerra obnubiló a Manuel Mena, pues nunca obtuvo gloria sino que murió solo en una habitación sin el reconocimiento de Ibarhernando.
Así, la novela se transforma en un relato histórico porque toma antecedentes reales de la guerra franquista, pero también y a pesar de estar frente a temas realistas como es la historia del propio Javier Cercas, estamos frente a la reconstrucción de la historia, al conocimiento de la verdad, a la intertextualidad y también al proceso escritural, lo cual hace que este relato sea uno de los más íntimos de su carrera. No sólo atendemos a la historia de Manuel Mena, sino que también a la producción textual que lleva todo escritor y que se refleja en Javier.
El conocimiento y la búsqueda de la historia de Manuel Mena es en definitiva la búsqueda de la identidad de Javier y además, el reconocimiento digno del tío de su madre. A partir de la escritura de este relato, Manuel Mena habita en las sombras de la muerte pero con la dignidad que sólo le puede dar Javier a través de la escritura; desentramando su historia y a partir de ello otorgándole el reconocimiento que merece. Así, esta novela también significa saldar la deuda pendiente y enfrentarse cara a cara con aquel joven que no tuvo suerte en batalla, pero que encuentra su redención en las páginas de esta obra y en la memoria de los familiares, pero sobre todo en la memoria del propio autor.
Por Belén Gajardo