Este jueves por fin llega la esperada secuela de la película del irreverente Wade Wilson, más conocido como Deadpool. Una segunda parte que desde que fue anunciada generó grandes expectativas debido al éxito de la primera y a la sorpresa que generó el nivel de humor y violencia de esta.
Siguiendo con la misma fórmula Deadpool 2 esta vez nos trae una historia de un nivel mucho más alto. Veremos a Wade (Ryan Reynolds) en su intento de proteger a un joven mutante de tomar un rumbo de vida que será desastroso, al mismo tiempo que Cable (Josh Brolin) viene del futuro con el objetivo de asesinar a este mutante para prevenir la muerte de su familia.
El meta humor de Deadpool (como los quiebres de la cuarta pared) son algo que llamó mucho la atención en la primera parte, lo cual actuó a su favor a la hora de sacar risas a la audiencia. En esta segunda entrega, sin embargo, actúa más en contra. Esto no significa que Deadpool 2 sea totalmente carente de risas, pero sí nos quita esa sorpresa en la cual se basaban los chistes de la primera, haciendo que el golpe de humor sea mucho más suave.
Pero lo que pierde de un lado lo gana de otro, pues la historia toma una complejidad y un enganche muy superior, principalmente debido a lo poco predecible que se vuelve el guion en ciertos aspectos. Además, logramos ver las diferentes capas de Wade. Más allá del mercenario y el amante, se lo ve mucho más como persona y en conflicto con sus propios valores.
El fichaje de Josh Brolin como Cable fue sin duda la mejor decisión. A pesar de no ser un personaje complejo, aporta de gran manera a la historia con uno que otro giro inesperado y secuencias de acción muy bien logradas.
Así que ya saben, si les gustó la primera Deadpool, la segunda no los va a decepcionar. Probablemente reirán menos (excepto en la primera y única escena post créditos), pero la disfrutarán muchísimo más.
Por José A. Pino