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7/24/19

[Reseña cine] El muñeco diabólico: El remake que necesitábamos sin saberlo

Chucky, el muñeco más famoso del mundo después de... ¿hay alguien más famoso? (Optimus Prime, calma tus ansias. No por estar en las cajitas felices eres más cool) ha vuelto a las pantallas grandes en una nueva versión de lo que todos ya conocíamos: un muñeco muy creep que quiere matarlos a todos.


¿Y por qué nueva? No es solo porque la calidad de los efectos especiales ha mejorado como 30 años (literal), sino también porque le pusieron su buen SXXI, generación Z, millenial-friendly. Resulta que Chucky ya no es el muñeco diabólico (alo, secularización), sino que es Chucky, el muñeco explotación laboral y la magia de la programación. El resultado es, extrañamente, muy divertido.

Chucky ahora viene con chistes incómodos y muy socialmente inapropiado. Menos diabólico. Más primo chico despreciable capaz de agarrar un cuchillo de la mesa y acuchillar a quien se le cruce por delante. Nada. Es un amor-odio muy extraño. Casi que dices como ya, dale. Mátalo. Filo. Te amo.


Ok, lo admito. Mi opinión puede estar un poco viciada porque amo un poco mucho las películas de “terror” y cómo no amar al pelirrojo favorito de todos, pero de verdad que este nuevo Chucky deja un sabor agradable en la boca. Ni muy gore como para que no quieras verla, ni muy poquito como para que no duela la barriga y quites la mirada. Para mí, un justo medio para las expectativas que puedan recaer sobre ella.

Ahora bien, gustito aparte, es importante que recuerden que se trata de Chucky. Sigue siendo Chucky. La maravilla viene de apreciarla en su género y desde sus orígenes, sin mayores expectativas que las de hacer renacer un clásico de una forma disfrutable y cercana a los tiempos actuales.


¿Mi recomendación? Ir. Todo el rato. Cien por ciento. Con mucha buena onda y ganas de pasarla bien. Como invitar al tío Tata que ya sabemos como se pone, pero siempre saca una risa incómoda y del alma. Y ¿pa que me invitan si saben como me pongo? Este Chucky los dejará con una nostalgia y una sonrisa que solo tu mejor amigo por siempre puede producir.


Por Adriana Villamizar

9/30/17

[Reseña película] El Culto de Chucky (Cult of Chucky): Un bienvenido aporte a los fans de la saga

Llevamos casi 30 años de asesinatos a manos de nuestro ya querido muñeco poseído por Charles Lee Ray, y las luces dicen que podrían ser varios más. Don Mancini es el gestor de esta saga que hoy llega a su séptima entrega, y a diferencia de lo que considero la “época oscura”, hoy tenemos aportes novedosos y también cariñosos con los fans. Chucky está de regreso en una secuela directa de la anterior Curse of Chucky, pero que a la vez conecta de manera inesperada a toda la trilogía original, lo que nos lleva a un nombre crucial: Andy Barclay. Siendo el némesis del muñeco, tenía todo el sentido del mundo recuperarlo en estas entregas, y no hay nada mejor que hacerlo mediante el actor que le dio vida originalmente, hablamos de Alex Vincent. Además, la premisa del director es que continuaría el estilo de la película anterior y acercándose aún más al terror de las primeras entregas. ¿Lo consigue? En parte sí, pero la diversión es lo que prima, y tratándose de Chucky, no es cosa mala.


Se nos vuelve a introducir al personaje de Nica Pierce, quien es internada en un psiquiátrico para criminales por los sucesos de la entrega anterior. A ella la han intentado hacer pasar por loca, y todos sus esfuerzos son truncados tras la aparición del famoso muñeco, quien se las arregla para volver a sus manos y hacer lo que mejor sabe, matar. Regresan las muertes violentas, algunas a la altura de las mejores de la saga, pero funcionan mejor gracias a distintos factores, ya sea por el avance en los efectos prácticos del muñeco, como por el contexto en que se desarrolla la historia. Al tratarse de una locación lúgubre y con altas posibilidades de que sus personajes distorsionen la realidad genera un buen ambiente, y los giros que se van dando en la trama no hacen más que condimentar un estilo que escatima en profundidad, pero consiguiendo sorprender en más de una ocasión, ya sea a nivel visual como por la evolución que tiene un conflicto que parecía definido desde el principio. Las variantes del terror funcionan en algunos pasajes, es genial ver escenas generosamente perturbadoras, pero las sensaciones terminan debilitándose debido a que las cuotas humorísticas de Chucky alcanzan un nivel alto, lo que libera tensión en momentos que no siempre eran los adecuados.


Lo mismo ocurre con el fan service, donde la participación de Andy Barclay es tan sólo una de las variadas referencias al pasado, y es evidente que no son elementos estrictamente necesarios. Pero ahí están, dispuestos a hacerte sentir como en casa, y volver a esas dinámicas antiguas mezcladas con las nuevas da buenos resultados, al menos en la intención de entretener. La película consigue ser la más auténtica y divertida desde La Novia de Chucky, tiene un desarrollo más interesante que su predecesora, las actuaciones son correctas, y aunque vuelva a caerse un poco en el último acto es consciente de que el culto a la figura del muñeco es motivo suficiente para que esta secuela justifique su existencia. Es el Chucky que nos gusta, el que equilibra la tensión con las risas, y esta vez en una cinta que al fin le da algo de valor a la filmografía reciente de Mancini. El Culto de Chucky está ya disponible para su compra en formato físico y en plataformas digitales.


Por Andrés Leiva

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