Camila tiene quince años. Su mamá murió cuando ella tenía tres meses y su papá es un misterio. Se crió con sus abuelos en Providencia, a los pies del cerro San Cristóbal. Es flaca (medio plana), alta, le va "piola" en el colegio, no tiene pololo y su vida es relativamente normal hasta que se muere su abuela. Entonces, la Mili –como odia que le digan- se queda completamente sola.
Para huir de una internación segura en el SENAME, Camila se escapa y duerme una noche en el cerro. Y luego, cuando el amanecer la encuentra medio enterrada en las hojas secas en las laderas del San Cristóbal, se le ocurre una idea: emancipación, la manera de liberar a una menor de edad de un destino implacable de abandono. Y es un padre anónimo el único que puede dársela.
Después vuelve a la casa antes de que la Juanita, que ha trabajado toda la vida ayudando con la casa, llegue. Entonces, saca toda la plata que tenía su abuela, le da la comida al perro y busca los únicos papeles que le podrían servir de guía para encontrar a su progenitor. Un hombre presuntamente vivo (en realidad, ojalá no muerto) que vive en algún lugar de Chile (o esa es la esperanza) y que desea conocerla (tal vez).
Vaga por Santiago, viaja al Norte, luego al centro, luego al Sur. Camila recorre Chile para poder buscar su libertad: una independencia de la que fue privada porque nadie pensó bien las cosas que sucederían en la orfandad. Como si fuera poco, hay un hombre que la busca. Y por si le faltaran problemas, después da su primer beso y Manuel, el hermano de su mejor amiga, será un fantasma distractor en su viaje. Aunque hay mucho más.
Eso es Fugitiva, la novela de Carmen Gloria López que nos recuerda que nunca dejamos de ser adolescentes porque siempre vamos a estar un poco perdidos frente a la vida. Para leérsela de una sentada: no muy corta ni muy larga, precisa, entretenida, rápida y muy creíble. Fácil sentirse identificado en más de un pasaje. Una historia de amor, resilencia, abandono y rencuentro consigo mismo.
Lo más complicado de la novela es determinar el público objetivo: puede ser tanto una novela teen como una novela para jóvenes adultos, aunque hay que hacer la precisión de que algunos pasajes tienen contenido sexual.
¿Por qué leerlo? Porque es sincera, entretenida e inmutable en la identificación de la contradicción humana en la adolescencia.
Por Adriana Villamizar
