Una mañana de junio llega a la morgue del hospital de la Sagrada Familia el cuerpo de Leon Corless. Aparente suicidio, pero con detalles que llaman la atención del joven doctor Sinclair, quien decide acudir al doctor Quirke, que se encuentra retirado en la casa de su hermano adoptivo Mal Griffin, con el fin de recuperarse en cuerpo y mente de una antigua lesión. Esta visita despierta la curiosidad del antiguo jefe forense, quien saliendo de su letargo, decide indagar un nuevo misterio junto a su antiguo compañero, el detective Hackett, llevándole a investigar un aparente suicidio. Rápidamente sabrán que es mucho más que eso.
Las sombras de Quirke es la séptima novela de la saga escrita por Benjamin Black (pseudónimo de John Banville). Trae de vuelta al doctor forense quien en su afán curioso se ve envuelto en un nuevo misterio y, agitando la telaraña, no descansará hasta llegar al fondo, por más problemas que esto le pueda causar y fantasmas que puedan revivir.
Quirke, es un personaje constantemente acosado por los fantasmas de su pasado, y de su presente, es un personaje humano que escapa de los convencionalismos del héroe virtuoso que se puedan tener. Es humano en el sentido de la complejidad de las luces y sombras del personaje; un hombre marcado por el dolor y carencias en su vida.
Si bien esta novela se podría vislumbrar como una detectivesca o policíaca, da la sensación por muchos pasajes que esto no es más que una excusa para presentarnos la historia del doctor, y cómo este se reintegra al mundo en el trabajo para reivindicarse con su familia y consigo mismo.
A medida que la novela avanza, se puede vislumbrar una clara crítica al gobierno y la iglesia irlandesa, por lo que, si bien el crimen es lo que mueve a la historia, no se siente muy presente durante varios momentos del libro. Por último, el autor muestra una historia alterna a la de nuestro protagonista con la hija del mismo, Phoebe Griffin, quien se ve involucrada en el misterio y tiene un papel fundamental en la resolución de este, mostrando ser un personaje desarrollado con fuerza y decisión.
Aunque esta sea la séptima entrega de la saga de Quike, se puede leer perfectamente como un libro por sí mismo, sin requerir la lectura de las previas, el autor sabe darnos el contexto necesario para disfrutar de la historia sin sentirnos ajenos o quedarnos colgados en algún detalle particular. Sin embargo, como suele suceder en estos casos, leer las novelas anteriores sin dudas enriquece la experiencia de leer esta última entrega, por lo que su lectura está más que recomendada.
Una novela agradable de leer, que logra enganchar y entretener, con un gran trabajo del autor en la descripción y construcción de los personajes.
Por Luis Umpierrez