¡Persecuciones, autos, disparos, inyecciones de acción a la vena y una impecable banda sonora! Le suena a algún director, ¿no? Claramente estamos hablando del respetable señor Edgar Wright y de su nueva (¡y magnífica!) película Baby Driver.
Con casi dos horas de duración, conocemos a Baby (Ansel Elgort) un talentoso conductor de escape que trabaja para una banda de criminales. Su confianza recae en la música personal que escucha, concentrándolo al máximo en sus maniobras de manejo. Pero cuando un trabajo destinado al fracaso amenaza su vida personal, amorosa y su libertad, Baby deberá hacer frente junto a su música para poder ser realmente libre.
Como en trabajos anteriores de Wright, la archiconocida Trilogía del Cornetto (Shaun of the Dead, Hot Fuzz, World’s End) La banda sonora y el trabajo de edición son impecables. Persecuciones adrenalínicas que se ven reales, acción que va de la mano al ritmo de la música, excelentes actuaciones con un sobrio Kevin Spacey y la maravilla de Ansel Elgort. Sumado a un gran elenco con Jon Hamm, Jamie Foxx, Eiza Gonzalez y Lily James.
Wright logra reinventar el tan perdido y abusado género de acción. Otorgándonos la nostalgia de volver a ver persecuciones, robos a bancos, cortes rápidos, acciones que van al ritmo de la canción que esté escuchando Baby. Sin olvidar mencionar al importante y dedicado trabajo de coreografía que tuvo la película.
La película tiene diferentes toques, a ratos comedia, drama, thriller, con muchas referencias a la cultura pop, convirtiendo una historia ya vista en un clásico instantáneo en su género.
Leyendo sobre el notable trabajo de edición de Jonathan Amos y Paul Machliss, leí que entre ellos y Wright hicieron una pre-edición del filme, usando storyboards animados. Y ahí la edición se sirvió de la música para sincronizar plano por plano, mucho antes de siquiera filmar la verdadera película. Algo nunca visto en el género.
En resumen, el estilo de Edgar Wright brilla por su genialidad en esta nueva película llamada Baby Driver y perdérsela sería un crimen.
Por Constanza Lobos