Andrés Wood vuelve a las salas chilenas con su nuevo largometraje, Araña. La película sigue a tres miembros del grupo de extrema derecha Patria y Libertad, Inés, Justo y Gerardo durante dos períodos de tiempo: a principios de los setenta y la actualidad.
En ese contexto se desenvuelve un filme que intenta dar un mensaje acerca de los peligros del resurgimiento del fascismo y la violencia que lo caracteriza, pero que últimamente termina por jugar más al impacto, dejando de lado la cohesión narrativa y el desarrollo de sus personajes.
Los flashbacks de Araña nos van mostrando los sucesos más importantes del pasado de sus protagonistas, y es ahí donde están los mejores pasajes de la película, por lo que resulta decepcionante que el filme no se quede más tiempo en esa línea. Porque cuando volvemos al presente, toda esa tensión, ese suspenso, parece desvanecerse por completo, en escenas que supuestamente debieran ser el hilo principal de la trama pero que sólo nos llevan a una confrontación final trivial y carente de tensión.
El director de Machucha y Violeta se fue a los cielos toma un excelente concepto acerca del pasado, y de como los movimientos de extrema derecha siguen latentes en nuestra sociedad, pero a fin de cuentas no logra dotar estas ideas de un buen trasfondo narrativo o visual.
De esta forma el gran peso de levantar esta película está en sus protagonistas, donde Marcelo Alonso y su contraparte joven Pedro Fontaine, junto con María Valverde como una joven Inés, son por lejos el punto más fuerte de Araña, con una atención al detalle acerca de sus personajes que resulta notable.
A fin de cuentas, Araña es una película que no logra vivir a la altura de su propio potencial, pero que al menos logra retratar el implacable paso del tiempo y que el pasado siempre está al acecho. Incluso, si uno busca bien, puede encontrar momentos de verdadero suspenso y tensión.
Por José A. Pino