Esta semana llegó a nuestros cines una película de esas que a simple vista no parecen la gran cosa, pero que en realidad esconden una bella y emotiva historia. Hablo, por supuesto, de Alfa, del director Albert Hughes (Desde el infierno).
Ambientada en la prehistoria, donde el ser humano debía enfrentar mamuts, tigres dientes de sable y más bestias salvajes para alimentarse, somos testigos de la travesía del joven Keda (Kody Smit-McPhee) quien dado por muerto en un viaje de cacería, se ve forzado a sobrevivir en un camino que lo cruzará con un lobo herido, así sentando las bases de la gran amistad entre hombre y can.
Alfa es una película que usa muy sabiamente los tintes emocionales que todos tenemos dentro cuando se trata de interacciones entre humano y animal, especialmente tratándose de los perros, nuestros amigos más cercanos. Así, la película logra doblegar un guion que se hace extremadamente familiar, donde los mejores pasajes son las interacciones entre Keda y Alfa el lobo.
Pero Alfa es más que sólo la historia de amistad y supervivencia entre humano y animal. Su cinematografía crea escenarios visualmente impactantes que logran transmitir esa sensación de desolación e incertidumbre propias de lo que nosotros imaginamos sería vivir en ese tiempo hostil. Aun si su CGI no es del tope de línea, la película es inteligente en no mostrarnos por completo las amenazantes bestias computarizadas.
Si los voy a dejar con algo, es esto: Alfa es una película entretenida, emotiva y que no va a fallarle a nadie que tenga una pizca de amor por los animales, sean perros, gatos, conejos o jirafas. Definitivamente vas a salir queriendo llegar a casa para hacerle cariño a tu mascota.
Por José A. Pino