Ya se encuentra en la parrilla programática de Netflix: Mudo (Mute), película dirigida por Duncan Jones (Moon, Código fuente, Warcraft: el origen) y protagonizada por: Alexander Skarsgård (True Blood, Big little lies, La leyenda de Tarzan), Paul Rudd (Ant Man: el hombre hormiga), Justin Theraux (The Leftovers) y Seyneb Saleh. En esta ocasión Netflix nuevamente apuesta por una historia ciberpunk, pero en donde Jones juega mucho más con lo emocional. Según el director, esta es una especie de secuela de Moon (2009) y si prestas atención a los detalles podrás encontrar las conexiones, pero a pesar de pertenecer al mismo universo, son historias diferentes, por lo que, si no has visto Moon no te sentirás extraviado, esta no es esencial para entender la trama de Mudo.
El protagonista es Leo (Alexander Skarsgård), un hombre mudo a causa de un accidente que sufrió cuando pequeño y que al pertenecer a la religión Amish, nunca ha querido corregir su condición por medio de alguna operación. La trama transcurre en un distópico Berlín futurista, concretamente en el año 2052, en una sociedad modificada por la tecnología en donde los robots, computadoras e implantes de extremidades humanas son pan de cada día. Leo trabaja en un club nocturno junto a su novia Naadirah (Seyneb Saleh), de la cual está enormemente enamorado. Lamentablemente de un momento a otro ella desaparece y Leo hará hasta lo imposible por encontrarla, adentrándose en un turbulento ambiente. También están los protagonistas secundarios, Cactus (Paul Rudd) y Duck (Justin Theraux), dos cirujanos moralmente incorrectos que serán dos piezas claves en la búsqueda de Leo.
La película engancha desde el comienzo y debido a esta propuesta visual ciberpunk es casi imposible no pensar en Blade Runner o en la recién estrenada serie original de Netflix Altered Carbon, pero se diferencia en cuanto a lo que quiere transmitir. En Mudo lo estético pasa a un segundo plano y como mencioné en un comienzo, el director apuesta por lo emotivo, no hay tanta acción, sino más bien, drama. Con esto no quiero decir que la fotografía o el montaje sea mediocre, muy por el contrario, hay una ambientación y atmósfera muy bien lograda, un montaje armónico y coherente que permite al espectador seguir la trama sin problemas.
Mudo mantiene dos líneas argumentales, la de Leo y la de Cactus en compañía de Duck, que a lo largo de la película se van ensamblando, pero el peso de la película recae mayormente en los hombros de los personajes interpretados por Skarsgård y Rudd. Mientras transcurre la trama esta se va tornando más oscura, mantiene una buena narrativa y se nota que está bien pensada al querer mostrarnos una sociedad futurista por medio de los protagonistas, pero en ocasiones el ritmo resulta ser algo inconsistente ya que el objetivo de conocer el secreto que esconde Naadirah es olvidado y la búsqueda de Leo se vuelve un tanto monótona, casi tediosa, pero finalmente se compensa con un increíble último acto para así mostrarnos que finalmente cada detalle en su búsqueda fue clave para conseguir su objetivo.
Quiero destacar las interpretaciones de Skarsgård y Rudd, el primero hace un trabajo magnifico con sus gestos y acciones, el hecho de no poder hablar no resulta ser un obstáculo para enseñar sus emociones y el espectador logra sentir esa desesperación paulatina que siente el protagonista al no encontrar a su novia. En cuanto a Rudd, funciona como factor antagónico junto al personaje de Theraux, estos mantienen una compleja relación y la personalidad de estos se irá transformando poco a poco.
Personalmente me gustó, no me despegué de la pantalla en ningún momento. Disfruté el trabajo fotográfico, esta propuesta ciberpunk que es capaz de transportar al espectador a otro universo y, sobre todo, un final con muchas emociones de por medio. Definitivamente les recomiendo verla.
Mudo es una película muy bien perfilada y que funciona, en donde lo que más importa es el argumento más que los efectos visuales, si, tiene algunas fallas en cuanto al ritmo, pero no deja de ser entretenida y disfrutable con protagonistas que van mutando a la vez que sorprenden.
Por Camila Toro F.