Después de dos años de espera, la segunda mitad de la adaptación de la novela “It” de Stephen King, llega a la pantalla grande. 27 años más tarde “Los Perdedores”, ahora adultos, deben volver a encontrarse para acabar de una vez por todas con Pennywise, la malvada entidad cósmica que adopta la forma de un payaso para capturar a sus presas.
Andy Muschietti regresa en la dirección y con él, la expectativa de, al menos, lograr equiparar el éxito de la primera parte. Sin embargo, así como este segundo capítulo hace bien muchas cosas, también hace mal otras.
Lo primero es lo primero, el reparto adulto de Los Perdedores es simplemente fenomenal, todos y cada uno de ellos. Tanto los nombres conocidos (James McAvoy, Jessica Chastain, Bill Hader), como los no tan conocidos (James Ransone, Jay Ryan, Isaiah Mustafa) hacen un gran trabajo tomando las cualidades tan características de cada uno de sus personajes.
Pero hay dos nombres que van más allá y destacan por un magnífico trabajo: Bill Hader como Richie Tozier y James Ransone como Eddie Kaspbrak. Ransone, de perfil más bajo, logra recrear física y psicológicamente a Eddie de tal forma, que logra enaltecer a su personaje con un carisma sensacional. Hader, por otro lado, logra equilibrar los dos aspectos más importantes de su personaje, el trauma que ha acarreado por 27 años y su sentido del humor como un maestro, algo que en el mundo de la representación dramática es sin duda muy difícil de lograr.
Y es que It capítulo 2 es una película acerca del trauma y lo difícil que es acarrearlo por tanto tiempo, pero tristemente la película lo banaliza a tal punto que ya deja de ser un factor importante. Es más, sólo se vuelve un mecanismo para crear situaciones llenas de jumpscares que terminan por volverse completamente predecibles, y por ende, muy poco aterradores.
Además de ser injustificadamente larga, con casi tres horas de extensión, la película tenía una ardua tarea de adaptar elementos muy importantes de la novela, que tanto narrativa como visualmente resultan muy complejas de poner en la pantalla. Me refiero concretamente a las subtramas de algunos de los protagonistas y también a la confrontación final con Pennywise.
En relación al primer punto, el filme de Muschietti se queda corto y no da importancia suficiente a las cicatrices de los perdedores ahora que son adultos (quizá solo con la excepción de un triángulo amoroso y el secreto de Richie), y sólo rasca la superficie de sus personajes.
En cuanto al final, posiblemente el momento más importante de la película, hay una suerte de vaivén entre buenas y malas decisiones que últimamente hacen que el momento de mayor tensión en la batalla pierda precisamente eso, la tensión.
Sumando y restando, It capítulo 2, pasa a ser una película que se apega mucho más que su primera mitad a los cánones del terror comercial —lo que para algunos será un acierto, para otros un error—, pero que así y todo logra funcionar gracias a un reparto altamente talentoso y una historia que todos los fanáticos de la primera mitad no querrán perderse por nada en el mundo.
Por José A. Pino
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