La primera adaptación que se hizo de esta novela de Stephen King —quien además escribió el guion de dicha adaptación— fue en 1989 y a pesar de sus falencias, hoy en día tiene un estatus casi de culto. Dada la época, la versión ochentera se regía por las convenciones del subgénero más popular de esos años, el slasher (ya saben, Jason, Freddy, Michael Myers, etc, etc.…).
El remake que llega hoy a nuestras salas hace exactamente lo mismo: sigue la fórmula de casi todas las películas de terror de esta década. Y esa es precisamente su error más grave. ¿Por qué conformarse con un estilo de horror tan convencional y tan conocido, cuando la historia da para mucho más?
Y es que no es casual que la película, dirigida por Kevin Kölsch y Dennis Widmyer, se pase los primeros treinta minutos forzando los sustos con un sinfín de jumpscares, el truco más barato que puede usar una película de terror, como si pensaran que sin ese recurso la audiencia va a perder interés por lo que pasa en la pantalla. Para cuando terminan los jumpscares, la trama ya está en su punto mas álgido y parecen ya no ser necesarios, cuando en realidad nunca lo fueron.
Pero incluso a pesar de esto, esta nueva adaptación hace unos cambios particularmente efectivos a la hora de dar un nuevo matiz a la historia que todos creemos ya conocer. Esto resulta en una historia novedosa, que mantiene los elementos centrales de la obra de King, pero les da una vuelta adicional para evitar volverse predecible. Lástima que el marketing arruinó una de las sorpresas más chocantes que tenía la película, pero lo bueno es que no es la única.
Jason Clarke (El planeta de los simios: confrontación) se pone en la piel de Louis Creed, y hace un gran trabajo a la hora de retratar el descenso hacia la desesperación de su personaje. El resto del reparto hace lo suyo sin destacar demasiado, pero una excelente creación de atmósfera visual y construcción de escenarios hacen que la casa y el cementerio tengan más protagonismo que mucho de los personajes, como debe ser.
Quizá si algo le faltó a esta adaptación en relación con su material de origen, es el componente mitológico, el cual está muy presente en la novela y acá solamente tiene una pequeña mención en un par de escenas. Quizá haber tenido más de eso hubiera contribuido a tener más sustos genuinos que inesperados ruidos fuertes.
Dentro de todo, Cementerio Maldito es una película de terror que sin dudas gustará a los fanáticos del género y también a los de la novela original (con excepción quizás de los más puristas) y lo que falla en ciertos aspectos, logra compensarlo con otros, para así darnos una película de terror completamente convencional.
Por José A. Pino
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