Una de las características que atraen del séptimo arte es su variedad. La carta que se nos entrega está repleta de platos de diversos sabores que se ajustan a los gustos del espectador, y el cine francés, quizás exótico para algunos, posee un sabor exquisito. La Número Uno, de la mano de la reconocida actriz, guionista y directora Tonie Marshall, nos relata la vida de Emmanuelle Blachey (Emmanuelle Devos) la cual es parte de la junta directiva de Anthéa, un conglomerado energético especializado en la energía eólica.
Trabajadora, inteligente y aguerrida son algunas de las características que la perfilan como una de las más eficientes en su cargo, lo cual no genera mucha empatía con sus colegas, quienes en su vasta mayoría son hombres tradicionales para quienes el ejercicio del poder es algo natural y que el mérito solo sirve para incentivar resultados pero jamás algo que resaltar ni menos premiar. Sin embargo, todo cambia al enterarse de que muy pronto el puesto de CEO (Director Ejecutivo) quedará vacante debido al cada vez más cerca retiro de quien ostenta el cargo. Es aquí donde la historia pasa de ser un drama corporativo a un juego de ajedrez en el cual los intereses de inversionistas, feministas, familiares, machistas e incluso nacionales van moviendo ficha alrededor de la protagonista con tal de apoyarla en su objetivo o hundirla en el fango.
Las actuaciones son excelentes y es que basta con tener en sus filas a nombres de la talla de Richard Berry (Jean Beaumel), Suzanne Clément (Vera Jacob), Marc Ronsin (Benjamin Biolay) y muchos más. Los planos son sencillos pero muy efectivos y por supuesto contamos con los conocidos cortes bruscos entre escenas lo cual es siempre característico del cine francés.
Su banda sonora no posee canciones memorables pero marca bien el tono de la cinta, que se balancea constantemente entre el drama y el thriller político, sin dar cuartel a los momentos calmos ni tampoco derroche a los más intensos. Es importante que sepan que no hay acción trepidante ni momentos donde la emoción nos lleve al límite, La Número Uno es una cinta que se cuece a fuego lento, se va tomando el tiempo de lentamente colocar a los personajes donde deben estar y avanzar una de las múltiples tramas que se pueden encontrar en la historia, tomará un poco más de tiempo para calentar, pero vale la pena.
Ciertamente el feminismo juega un papel importante a lo largo de la película, presentándonos al grupo Olympia y su lenta pero constante influencia en la política francesa, pero, más allá de ser un recurso para impulsar la idea de una mujer con poder, busca demostrar que incluso en un mundo tan “moderno” como el nuestro, por desgracia seguimos contando con estándares machistas que son claramente obsoletos al momento de enfrentar los hechos con los prejuicios. Y es que Tonie Marshall no solo apunta al punto de vista femenino, sino que también se presentan situaciones donde hombres son puestos entre la espada y la pared simplemente por estar en el lugar y momento equivocado o por apoyar a quienes aman. Aun así, su mensaje es claro e invita al espectador a que sin importar el género, siempre se debe aspirar a la realización personal, no por las expectativas de otros, sino por uno mismo. Puede que no sea un filme atractivo para todo el público, pero si gustan de un drama situado en nuestro presente, donde la lucha de poder va más allá que solo restar puntos al oponente y disfruten del cine francés, La Número Uno, es para todas y todos ustedes.
Por Sebastián Yañez
Pocas veces, un comentario de cine, me ha motivado tanto para ver una película
ResponderEliminarSiguiendo la analogía......Felicitaciones al Chef !!!!