Durante toda su vida Yukiko ha vivido con un terrible secreto: la mañana del 9 de agosto de 1945, antes de que se lanzara la bomba sobre Nagasaki, mató a su padre. En una carta que le deja a su hija justo antes de morir confiesa el crimen y revela que tiene un hermanastro. Las historias personales de El quinteto de Nagasaki se entrelazan con los acontecimientos históricos: La Segunda Guerra Mundial, los conflictos con Corea y el terremoto de 1923 de Kanto.
Éste es un retrato fascinante de la sociedad y cultura japonesa. Donde las generaciones viven y sufren a causa de las circunstancias de la vida junto con la complejidad de las relaciones humanas. Es su autora, la escritora Aki Shimazaki, quien a través de su pluma presenta escenas tan bellas que es inevitable sentir el corazón roto.
Los capítulos se dividen en cinco; Tsubaki, Hamaguri, Tsubame, Wasurenagusa, Hotaru. Cada nombre en su significado compone elementos centrales de cada una de las historias. Tsubaki significa camelia; Hamaguri es una almeja; Tsubame, representa una golondrina; Wasurenagusa una flor llamada “no me olvides”; y finalmente Hotaru simboliza a una luciérnaga.
Shimazaki en su prosa delicada y sensual, transmite con intensidad el sentir de sus personajes. Sobre todo, cuando éstos son arrastrados por la adversidad de los acontecimientos que viven, el dolor, la felicidad o la misma vergüenza recae en cada uno de ellos. Como lector al comenzar en Tsubaki y leer sobre lo ocurrido en Nagasaki, se presencia un diálogo con la historia que parece rescatar las preguntas más álgidas respecto a la guerra.
A medida que se avanza a través de los distintos capítulos, prevalecen las historias humanas, pese a los sucesos terribles que tuvieron que vivir. Ellos nunca olvidarán lo que sufrieron y los secretos que deben callar, pero todos de una u otra manera encuentran la paz, como una mejilla que es acariciada por el viento.
Es un placer leer a Shimazaki, su sencillez permite enamorarnos de pasajes cotidianos y triviales. Como observar luciérnagas iluminando en el arroyo mientras Mariko llora ahogando sus lamentos. O como al caer la noche revela los lados más oscuros del ser humano. Los dramas personales y universales son el eje principal de una mirada refinada y discreta.
Definitivamente es una lectura adictiva que consigue llegar al corazón del lector, provocándole preguntas y sentimientos difíciles de acallar.
Por Constanza Lobos
Me encantó el libro, me gustan los personajes muy bien delineados, sobre todo los femeninos, la simbología es preciosa: las golondrinas, las camelias y nomeolvides. Además el libro es muy ilustrativo sobre ese periodo japonés de entreguerras y la fractura que significó la bomba atómica. Gracias por reseñarlo
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