Directamente desde Francia y marcando el retorno del director Erick Zonca, llega a nuestras salas “Sin dejar huellas” (Fleuve Noir), un thriller que toma elementos del cine negro de los 50s, equilibrando los toques clásicos con los modernos.
Protagonizada por Vicent Cassel (El cisne negro) como el detective François Visconti, quien debe encontrar a los responsables de la desaparición de un joven de 16 años, con ayuda de el profesor Yann Bellaile (Romain Duris).
El gran sustento de este filme sin duda alguna son las actuaciones principales de Cassel y Duris. Pero es el primero quien en definitiva termina por hacer interesante la película. El trabajo de Cassel es particularmente llamativo, pues su personaje está lleno de peculiaridades que el actor logra retratar hábilmente. Duris, a quien vimos en Todo el dinero del mundo (Ridley Scott), también hace lo propio, pero al tener menos tiempo en pantalla sólo logramos ver una pincelada de lo que este gran actor puede hacer.
Y es que si no fuera por el elevado nivel de su reparto la película se derrumbaría por completo, pues un guion poco sólido, con una subtrama que sólo sirve para añadirle minutos extra de duración y pocas escenas carentes de tensión no ayudan a consolidar el filme como unidad.
Pero más allá de un guion que a (varios) ratos se tambalea, el aspecto visual que propone el director no deja de ser interesante; mostrándonos la vida nocturna de las ciudades francesas de una manera poco usual y dándole ese toque noir tan distinguible para los aficionados del género.
En resumidas cuentas, Sin dejar huellas logra compensar la poca solidez de su historia, con actuaciones de primer nivel y una propuesta visual que logran aportarle la dosis justa de entretenimiento para poder disfrutarla en una sala de cine.
Por José A. Pino
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