Hoy se estrenó Reinos, película chilena dirigida por Pelayo Lira y protagonizada por Diego Boggioni y Daniela Castillo. La historia nos presenta a Alejandro, un estudiante de periodismo que comienza una amistad con Sofía, a quien conoce por redes sociales. Ambos estudian carreras distintas, pero en la misma facultad. Al poco tiempo, la amistad entre ambos se transforma en una pseudo relación basada en mantener relaciones sexuales con algo de sadomasoquismo. Y es difícil decir algo más de la trama, porque la película es básicamente eso, al menos desde lo evidente. El trasfondo está en entender qué es lo que une a estos personajes, y las implicancias de esta necesidad por cederle el control al otro en una relación de este tipo.
En primer lugar, es una historia que llega a sentirse cercana por estar bien escrita y gracias a una buena cinematografía. Ya sea el ambiente universitario, o la soledad inserta en cada habitación, todo es verídico. Las actuaciones principales también son fundamentales para que no se pierda esa sensación. No es que haya una química especial entre Diego Boggioni y Daniela Castillo, pero se notan comprometidos con sus personajes, especialmente por el desafío que plantea su forma de relacionarse. Hay una escena en que se ponen a cantar estando ebrios y está muy bien lograda, quizás uno de los grandes momentos de la cinta. Hay personajes secundarios, como los amigos de Alejandro, que igualmente cumplen bastante bien su función en la trama. En ese sentido, no se siente que haya cosas demás, o que ralenticen el ritmo de la película.
En el lado menos positivo, sentí que las escenas sexuales son algo excesivas. Se justifica que existan, son la base que explican el conflicto de ambos personajes, pero hay algunas que podrían haber sido más acotadas, o haberles dado un giro dramático mayor que aportara más a lo demás. Hay que considerar que la película no sobrepasa la hora veinte de duración, lo que me hizo sentir que ese tiempo pudo haberse aprovechado en darle un poquito más de desarrollo a la relación de la dupla. Así se habría ganado un peso adicional para un final que, igualmente llega a ser satisfactorio.
De todas formas, puedo recalcar que Reinos es un drama honesto con un fondo más oscuro de lo aparente. La soledad acompaña a los protagonistas de manera creciente, y todo lo que le puede faltar a la historia de desarrollo lo suple con una propuesta bien filmada y clara en sus convicciones. No digo que sea una obra sobresaliente e imperdible, ya que, de hecho, no es apta para todo tipo de público, separándola en primer lugar como una película para adultos. Pero al menos es capaz de contar lo que se plantea, en la duración que debía tener y sin caer en lo básico. Algo que siempre hay que valorar en el cine chileno.
Por Andrés Leiva
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