Un músico consolidado descubre –y se enamora- de una artista que ya se rindió en su sueño de convertirse en cantante. Por azar, Jackson Maine (Bradley Cooper) presencia una de las presentaciones de Ally (Lady Gaga), cautivado con ella, comienzan una vida profesional y personal juntos. Mientras la carrera de Ally se eleva, la relación de ambos se hunde y comienza a romperse. Mientras Jackson mantiene una pelea continúa con sus demonios internos. Una nueva variación de la trágica historia de amor.
El debut directoral de Cooper y debut actoral en el cine de Gaga, es impresionante porque no parece ser la primera vez de ambos, lo que demuestra el talento innato que tienen en sus diferentes disciplinas. Encontrar eso mientras se ve la película la vuelve una experiencia aún más emocionante. Lady Gaga fue un acierto en todos los sentidos posibles, si su actuación fue deslumbrante, es gracioso cuando nos recuerda la tremenda voz que hizo que la conociéramos como Lady Gaga.
La química entre Cooper y Gaga es genuina, como dos almas perdidas en una pecera de alcohol. El dolor y la alegría que experimentan juntos y separados puede provocar lágrimas sin siquiera buscarlo. Claro, tiene momentos donde pareciera ser el momento para llorar, pero su propósito no es superficial, si no que ahondar aún más en la miseria.
El guion permite presenciar momentos que nos dejan boquiabiertos, la efervescencia de una estrella naciente y todo lo que ocurre detrás del telón consigue transmitir la euforia, el desorden y la pasión del momento.
El actor Sam Elliott como personaje secundario posee uno de los momentos más conmovedores e intensos. La manera en que su rol como hermano del personaje de Cooper logra contener sus emociones es conmovedora.
Las presentaciones son carismáticas, el número de Shallow provoca piel de gallina. No me extrañaría que hubiese alguna nominación en la temporada de premios para esta película y sus actuaciones. Sin lugar a dudas, es una cinta que debe verse en la pantalla grande.
Nace una estrella es la prueba viva de que un remake del remake del remake puede aún sorprendernos y maravillarnos.
Por Constanza Lobos
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