La franquicia del Depredador es de esas que sólo necesitan de una película para volverse de culto (olvidémonos de todas las que vinieron después de la primera, incluyendo los crossovers con Alien, por favor). Y con una buena base de fanáticos, sólo se necesitaba un buen director y una buena historia para relanzar la franquicia de vuelta a su gloria.
Desafortunadamente El Depredador, que más que reboot o remake, es una secuela indirecta, sólo tiene una de estas dos cosas y no logra destronar a la primera Depredador de 1987.
La dirección de Shane Black (Iron Man 3, Dos tipos peligrosos) no logra compensar una historia floja y que no nos muestra nada nuevo. Bueno, quizás sí. Y es que a diferencia de todas las otra películas de esta franquicia, El Depredador no tiene miedo de parodiarse a sí misma, cualidad que inmediatamente la hace resaltar del resto y que debo decir da grandes pasajes de comedia como resultado.
Su elenco tiene mucho que ver con esto también. Boyd Holbrook (Narcos, Logan), Olivia Munn y otros actores como Alfie Allen, Thomas Jane y Sterling K. Brown, dan vida a personajes tan peculiares como divertidos y que aportan a que su trivial narrativa al menos sea entretenida.
Precisamente ese es el punto fuerte de El Depredador, la mezcla de comedia, con acción atrapante y un gore simplemente sensacional que haría a Schwarzenegger sentirse orgulloso (además de la varias referencias a su personaje de 1987).
Así, El Depredador es una película fiel a las bondades de sus predecesoras, y que compensa su baja calidad narrativa resaltando todos los otros elementos que tiene a su disposición y expandiendo su mitología para divertirnos durante (casi) todos sus 107 minutos.
Por José A. Pino
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