¿Alguna vez has visto a Slenderman? Espero que no en persona, pero alguna imagen furtiva debe haberte alcanzado en el internet alguna vez: el tipo sin cara con brazos largos y un traje negro que te atrapa en el bosque en la mitad de la noche. Sí, el del videojuego. Ese mismo. Bueno, ahora ha vuelto en forma de tasos. No, es broma. Llegó al cine.
¡Sí! El mismísimo Slenderman con su traje bien puesto se precipitó a las grandes pantallas en una historia que, aunque puede que no sea la gran película de terror del año, por lo menos te sacará algún sustito. Quizás. Pues, la película viene cargada de “creepypastas”, esas historias anónimas de terror en internet, difundidas por la cultura popular. Como un mito urbano pero más millenial: al puro estilo online. Por lo menos –si tiene más de 16- te va a recordar el pasado oscuro de tu adolescencia y, si aún no los tienes, será como… aprender de ese pasado lejano que fue la primera parte del siglo XXI.
En fin. La trama muestra la historia de unas jóvenes que deciden invocar a Slenderman para pedirle favores en un ritual aprendido por internet casi en forma de broma. Todas ellas un poco disfuncionales, empiezan a ver su vida caerse en pedazos después de que el chiste sale por la culata y, ¡oh, sopresa! Slenderman hace su aparición triunfal y se las lleva a su mundo de sombras.
Con varios baches narrativos, actores secundarios pegados y diálogos plásticos, la historia transcurre con relativa rapidez: Slenderman es absolutamente implacable. Si no te mata, te enloquece. Es poco lo que un grupo de chiquillas puede hacer contra un adversario así ¿o no? Tal vez. O tal vez esta película –y esta reseña- solo son una excusa para alimentar a la leyenda urbana más temida del lejano oeste del internet ¿Te atreves a averiguarlo?
Por Luis Umpierrez
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