Karen, un ama de casa modesta y ejemplar, es encontrada en su auto en un barrio peligroso de la ciudad. Ha chocado contra un árbol por conducir a velocidad muy alta. No estaba drogada, no estaba tomada, no estaba nada. Sólo estaba ahí: con la cabeza a medio partir en el asiento del conductor, muy lejos de su casa.
Sí, ella conducía. Eso lo han visto todos. Todos los testigos. Sí, venía así desde hace rato. Su forma de manejar el auto era una bomba de tiempo a la que se le acababan los segundos y que explotó contra un árbol. No murió nadie. Karen tampoco.
No traía papeles ni cartera. Su cara, deformada por la colisión, quedó casi irreconocible. Pero Tom supo que era ella apenas la vio. Karen debajo de moretones, una nariz hinchada por la rotura y una mirada de dolor. Su Karen. La Karen con la que se había casado hace dos años. La Karen de la que sabía todo… ¿o no?
Además, como si fuera poco, encontraron el cadáver de un hombre –también con pinta de no ser del sector- tirado en un restaurante abandonado, ya con varios días de estar ahí. Y por la zona, como si hubiera sido planeado, no faltaron las aves de rapiña que le quitaron todas sus pertenencias, así que era inidentificable.
¿Qué tiene que ver con Karen, el ama de casa que huía? Pues, que cerca había unos guantes de lavar rosados pisados por un vehículo: Unos guantes completamente fuera de lugar y tres tiros –dos en la cara, uno en el torso- a un hombre. Todo ocurrido en la ventana de tiempo en que ocurrió el accidente… ¿Qué?
Resulta que Tom llegó a la casa la noche del choque y encontró la puerta abierta. La comida en la cocina sin prepara. El bolso de Karen en la habitación. Todos los papeles. Su teléfono también estaba ahí, pero los guantes de cocina no. Y de ella ni señales. Y después aparece ella en un hospital con una contusión en la cabeza y ¿lo más raro? No se acuerda de absolutamente nada de esa noche.
“¡Ah! Pero que conveniente” dice la policía. “¡Ah! Pero qué sospechoso” dice Tom. “¡Ah! Aquí pasa algo” dice Brigid, la vecina-mejor amiga de Karen. Pero ¡Ah! Nadie sabe qué pasó esa noche ¿Por qué Karen salió corriendo? ¿De quién huía? ¿De Brigid? ¿De Tom? ¿De alguien completamente desconocido que entra a su casa sin tocar nada y deja insinuantes cambios para agobiarlos a todos? ¡Ah! Tendrás que leer Un extraño en casa para saberlo.
Por Adriana Villamizar
No hay comentarios:
Publicar un comentario