La película fue escrita y dirigida por el iraní Alireza Khatami. Fue filmada en Valparaíso y Santiago, es una coproducción de Francia, Alemania, Holanda y Chile. Y el año pasado compitió en el Festival de Cine de Venecia, donde se llevó el premio al mejor guion en la sección Orizzonti. Además, de ser premiada por FIPRESCI.
Un anciano cuida a una morgue, él posee una memoria increíble, pero no logra recordar los nombres de las personas. Su rutina consta de mostrar cadáveres a aquellos que buscan a sus seres queridos para poder identificarlos. Cuando en las cercanías de una ciudad las protestas se exacerban, la milicia en su violencia esconde en la morgue a las víctimas civiles, temporalmente.
Nunca se especifica en qué lugar transcurre la historia, lo que le otorga el carácter universal a la ópera prima de Khatami. Como sucedió en Chile con los detenidos desaparecidos y en casos similares alrededor del mundo, uno no puede permitirse olvidar.
Eso es lo que intenta hacer este viejo cuidador, en un intento por buscar un entierro adecuado a una joven que la milicia olvidó llevarse de la morgue. Su camino se convertirá en una travesía onírica a través de las historias de los muertos; de la memoria de los sepultados.
El filme posee un realismo mágico que deslumbra. Secuencias que aparentan una realidad distante se sienten tan tangibles como si hubiesen ocurrido ayer. El actor español Juan Margallo es en quien se sostiene el peso dramático, entregándonos una emoción que necesita de pocas palabras.
Es realmente interesante la lucha contra el olvido, sobre todo en casos tan cercanos a la historia de muchos países como ocurre con los desaparecidos políticos del mundo. Una película diferente que invita a pensar, reflexionar y a mirarnos como sociedad.
Un anciano cuida a una morgue, él posee una memoria increíble, pero no logra recordar los nombres de las personas. Su rutina consta de mostrar cadáveres a aquellos que buscan a sus seres queridos para poder identificarlos. Cuando en las cercanías de una ciudad las protestas se exacerban, la milicia en su violencia esconde en la morgue a las víctimas civiles, temporalmente.
Nunca se especifica en qué lugar transcurre la historia, lo que le otorga el carácter universal a la ópera prima de Khatami. Como sucedió en Chile con los detenidos desaparecidos y en casos similares alrededor del mundo, uno no puede permitirse olvidar.
Eso es lo que intenta hacer este viejo cuidador, en un intento por buscar un entierro adecuado a una joven que la milicia olvidó llevarse de la morgue. Su camino se convertirá en una travesía onírica a través de las historias de los muertos; de la memoria de los sepultados.
El filme posee un realismo mágico que deslumbra. Secuencias que aparentan una realidad distante se sienten tan tangibles como si hubiesen ocurrido ayer. El actor español Juan Margallo es en quien se sostiene el peso dramático, entregándonos una emoción que necesita de pocas palabras.
Es realmente interesante la lucha contra el olvido, sobre todo en casos tan cercanos a la historia de muchos países como ocurre con los desaparecidos políticos del mundo. Una película diferente que invita a pensar, reflexionar y a mirarnos como sociedad.
Por Constanza Lobos
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