Jean vuelve a su tierra natal francesa luego de enterarse de que su padre está gravemente enfermo, y quien maneja un negocio familiar de viñas. Luego de que el padre muere, son tres hermanos los que deberán aprender a manejar el negocio, solucionar problemas de herencias y lidiar con sus propias rencillas. La película es dirigida por Cédric Klapisch, y se planta esencialmente como una historia liviana, con pequeños elementos de comedia y con un gran énfasis en esa cosecha que busca ser un arte.
Hay ciertas carencias, se siente algo plana en cómo lleva la resolución de los conflictos en el tramo final, y no logra estructurar una evolución de personajes que genere un cambio demasiado interesante. Pero hay cierto aspecto sensorial desde la dirección que atrae, cómo mezcla la labor tradicionalista con el recuerdo. El sentido de pertenencia que le das a tu tierra, a tu relación con tu padre, a cada momento que define lo que finalmente eres. Y darle importancia al entorno es una de las buenas decisiones para conseguir ese objetivo. Con las uvas heladas en su punto justo para explotar en nuevos sabores. O el contacto de una familia con la materialidad que funciona como un vestigio nostálgico de lo que fue, pero también de lo que puede ser.
Entre viñedos no es ese tipo de comedia que buscará hacerte reír ni sorprender por su trama, pero consigue transmitir sus temas de manera simple y eficaz, aunque quizás sin conseguir ni esa frescura ni esa madurez precisa de un gran vino. Su estreno en nuestro país es el próximo 22 de marzo.
Por Andrés Leiva
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