Pocas veces ocurre que al ver una película pareciera como si estuviéramos contemplando una pintura, una obra de arte que continúa transformándose a 24 cuadros por segundo. Es tal el placer visual y sonoro que olvidamos nuestra existencia mientras nos vemos inmersos en Llámame por tu nombre (Call me by your Name).
Elio Perlman es un joven de 17 años que vive en un bello campo al norte de Italia, en la vorágine de su juventud ve interrumpida su rutina con la llegada de un encantador ayudante americano, Oliver. Lo que comenzará con una distancia glacial se convertirá en un primer amor nostálgico y desgarrador por lo real que se siente.
La interpretación exquisita de Timothée Chalamet como Elio nos permite observar la sinceridad del sentir, en un desplante actoral que logra dar vida a un conjunto infinito de sensaciones que junto a Armie Hammer como Oliver, nos brindan secuencias vibrantes de sensualidad, dolor y cariño puro.
Luca Guadagnino, logra dirigir y adaptar con una maestría la obra homónima de André Aciman. Con una delicadeza narrativa que merece todos los aplausos y méritos posibles, por poder crear una punzante historia de amor como la cual no ha habido en años. Creo que salir de la sala de cine, luego de ver Llámame por tu nombre (Call me by your name) nos cambia de alguna manera, como si fuera un delirio querer acercarse al amor que tuvieron Elio y Oliver.
La hazaña de adaptar el libro y convertirlo en un guion cinematográfico es sumamente complicado de lograr y es James Ivory, quien hoy es el favorito en ganar el premio de la Academia por su trabajo.
Llámame por tu nombre (Call me by your name) es asombrosa, con momentos tan memorables que nos recuerdan que no solo es una historia de deseo y pasión, sino que de familia. El último gran diálogo que comparte Elio con su padre, caracterizado por un íntimo Michael Stuhlbarg, creo que logra englobar todo ese torrente de emociones que todos hemos sentido en algún momento de nuestras vidas.
La banda sonora original a cargo de Sufjan Stevens, quita el aliento por completo. No deja espacio a dudas, es la honestidad e ingenuidad de Elio y Oliver.
Es un filme tan bien ejecutado que se siente personal, logra tocar las hebras más recónditas de nuestro corazón para luego romperlo en pedazos y admirar lo que significa vivir, amar y perder.
Por Constanza Lobos
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