Emma Stone y Steve Carrell protagonizan un biopic de una de las historias más recordadas del deporte en Estados Unidos. Corría el año 1973 y el debate acerca de la igualdad de género cobró una fuerza especial gracias a tenistas como Billie Jean King, quien se opuso a tener sueldos dispares en comparación con el género masculino. En ese contexto aparece la figura de Bobby Riggs, un ex tenista profesional y quien busca generar un partido de exhibición en contra de la mejor tenista del momento, para así demostrar la superioridad del hombre en la cancha. Este evento terminó siendo una realidad, los enfrentó a ambos y fue catalogado como “La batalla de los sexos”, convocando a más de 50 millones de estadounidenses.
La película consigue varias cosas. Por un lado, es una historia que trae a colación un tema frecuente en la sociedad actual, aunque con un antecedente histórico que no todos conocen en profundidad, y eso siempre es positivo. Pero lo que más funciona en su historia no tiene que ver con el espectáculo político, si no a la relación que surge entre Billy Jean King y una estilista encarnada por Andrea Riseborough. En una época donde muchas cosas eran mal vistas, es destacable la forma en que tratan el descubrimiento de la sexualidad, pero en un plano íntimo y delicado. Los sentimientos traspasan la pantalla con credibilidad, y es importante, porque el peso que toma la vida personal de nuestra protagonista es mucho más grande de lo esperado. Se trata de una motivación trabajada al nivel de hacerla calzar perfectamente con el desarrollo de este evento deportivo.
Avanzando más en lo positivo, podemos llegar a la convicción de que unas actuaciones sobresalientes se roban la mayoría de las virtudes de la cinta y es que tanto Emma Stone como Steve Carrell están espléndidos en sus papeles. Ella, con esa dualidad que complementa una gran fuerza con demasiado peso sobre sus hombros, y él con un carisma innato capaz de generar comedia de forma notablemente natural. Ambos demuestran versiones cercanas a lo mejor de sí mismos, permitiendo que la película sea realmente entretenida, e ir conociendo sus vidas de forma paralela hasta llegar al gran enfrentamiento se vuelve una buena experiencia.
No se puede negar que esa dependencia de la virtud del personaje nos habla de una película que narrativamente podría haberse resuelto mejor, ya que la historia no logra generar una gran emoción en sí misma, y eso es atribuible a una dirección muy convencional y que no arriesga demasiado en comparación a lo que conocemos de este género. Pero fuera de esos aspectos, La Batalla de los Sexos tiene lo necesario para merecer una bienvenida en nuestras carteleras. Desde lo técnico cumple adecuadamente, su ambientación y estilo visual funciona para su época, y en dos horas de duración es capaz de relatar un hecho que, pese a que es relevante por su trascendencia, termina siendo más valioso por lo que consigue transmitir en su historia de amor, y no es algo para mirar en menos. Su estreno está programado para este 7 de diciembre, y estará disponible en las principales salas del país.
Por Andrés Leiva
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