El 2017 parece ser el año de Stephen King, y no precisamente por la publicación de una obra suya. La adaptación en formato de televisión de The Mist y la esperada It son precedidas por un best seller de aquellos, La Torre Oscura. Aquella novela lanzada en su primera edición el año 1982. llega al cine por primera vez en una historia que se autodefine como una interpretación, una suerte de secuela de los libros que no busca replicar la historia conocida al pie de la letra, pero sí usar elementos reconocibles para crear algo nuevo. Desde esa intención hay un valor innegable, pero estamos hablando de una propuesta que debía ser capaz de atraer a más gente que el usual lector de King, y ser una buena película termina siendo su primera tarea fallida, una caída algo desconcertante y hasta dolorosa.
El hombre de negro huía a través del desierto, y el pistolero iba en pos de él. Sin buscar entrar en la obra original en demasía, hay que entender que la línea de estas novelas difícilmente iba a poder llevarse a cabo en una súper producción de Hollywood, asumiendo los requerimientos de la audiencia actual en ese sentido. De ahí que la idea de esta película ganara un mayor interés es entendible, los posibles caminos a tomar no parecían muchos. Pero para nuestro desagrado, ninguna de las opciones parece haber buscado un buen acabado, más bien hay un conjunto de buenas intenciones y poco más. Una historia que habla de mundos paralelos, criaturas malignas, hechiceros y conspiraciones permite un imaginario muy rico y entretenido, y la mano en la dirección de Nikolaj Arcel es lo que más arruina las acciones en pantalla. El primer problema que percibimos está en el ritmo, con una sucesión de eventos que no conectan adecuadamente, diálogos que extienden un conflicto muy poco interesante y además con la nula ayuda de la banda sonora. En consecuencia, las acciones se hacen largas y monótonas, cada buena intervención esporádica de los personajes pasa algo desapercibida, y la resolución final es demasiado correcta.
Tal como mencioné, no todo es malo, y encarnar bien al dúo protagonista de una obra tan fundamental es una gran cosa. Matthew McConaughey y especialmente Edris Elba están bien en sus roles del hombre de negro y el pistolero, respectivamente. Esperamos con ansias verlos en acción, la presencia que marcan es importante, aunque al estar juntos sigue habiendo una barrera que impide sentirle el peso del conflicto que arrastran, atribuible esencialmente a que el guión desfavorece ciertas situaciones. Como producto de entretenimiento, cumple en su medida mínima, total la historia es más sencilla de entender de lo que parece, hay escenas de acción en el desarrollo y cuenta con una cuota de humor que funciona cuando debe, pero hay tantas ideas perdidas en el camino que no dejaré de ponerle fichas a la siguiente parada cinematográfica de King, el vacío aún se puede llenar.
Por Andrés Leiva
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