Como siempre, otra semana, otra reseña. Cómo me encantaría decirles que siempre les traeré las mejores películas para que vayan a ver al cine y no mentirles en el intento. Uno de los estrenos de esta semana es La Puerta del Guerrero (Enter the warrior’s gate), una película que solo desea ser uno de esos blockbusters juveniles de acción y fantasía como la saga de Percy Jackson, Eragon, o si nos alejamos más, Divergente o Los Juegos del Hambre.
La Puerta del Guerrero nos cuenta la historia de Jack, un adolescente fanático de los videojuegos, que de pronto es transportado a la antigua China, donde el reino es amenazado por un rey Barbaro (Dave Bautista). Junto a nuevos aliados deberá usar sus habilidades gamer para vencer a este malvado rey.
Si bien uno de los consejos más valiosos de la vida es “no juzgar a un libro por su portada”, en este caso sería un grueso error. La Puerta del Guerrero es todo lo que promete ser, y no en el buen sentido. Una historia cliché, donde todos los personajes, desde su protagonista hasta los personajes más secundarios son la personificación máxima del cliché —para más remate debemos sumarle estereotipos asiáticos a la mezcla—.
Curiosamente Luc Besson, que hace poco lo vimos en las salas con Valerian, coescribió el guion de esta película, y la falta de creatividad en la historia se puede notar desde los primeros 15 minutos. Es como si alguien googleara “cómo hacer una película adolescente estándar”, y como si fuera una receta, siguiera mal las instrucciones y terminara por quemar toda la cocina.
A pesar de que apunta a un público muy particular (niños de entre 7 a 13 años), temo que ni siquiera logre satisfacerlos a ellos, pues las escenas que realmente se pueden disfrutar son tan raras como los aciertos culturales o históricos de la película. Mi recomendación es que vayas con expectativas completamente bajas y con una mente muy abierta, quizás así logres disfrutarla un poco.
Por José A. Pino
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