Siempre que vemos a grandes actores protagonizando alguna nueva película, se genera expectativa, aún más si es con una propuesta original, entre tantos remakes, secuelas y reboots. Este es el caso de El Círculo, película protagonizada por Emma Watson y Tom Hanks, que viene a estrenarse esta semana a nuestras salas. Cabe destacar que la película está basada en la novela homónima de Dave Eggers.
La película trata sobre una chica, llamada Mae (Emma Watson), que es contratada en una de las compañías de tecnología y redes sociales más grandes del mundo y que, a medida que va ascendiendo en ella, el dueño de la compañía (Tom Hanks), le pide que se involucre en un proyecto que desafía los límites de la privacidad, la ética e incluso su propia libertad.
Lamentablemente, El Círculo es uno de los pocos baches en la carrera de Tom Hanks, pues no basta con el gran reparto que posee —que además incluye a John Boyega (Finn en El Despertar de la Fuerza) y a Karen Gillan (Nébula en Guardianes de la Galaxia)— para hacer funcionar una película que termina con muchas ideas flotando en el aire al no poseer una narrativa lo suficientemente inteligente como para juntarlas en una sola gran idea que mueva la historia. A pesar de esto, sí funciona muy bien como una crítica a la sociedad actual, hacia las redes de monopolio de información y la perdida de privacidad generada por la expansión del internet y las redes sociales.
Otro aspecto que me llama la atención es que El Círculo habría funcionado de mejor manera como una sátira más que un drama súper serio. Esto principalmente por el aspecto crítico de la película, que no logra dar credibilidad en su seriedad, no tanto por el trabajo de su reparto, sino más bien por la manera en que trata de juntar los hilos que mueven la historia. En este sentido, con un punto de vista más ligero habría sido más sencillo tomar el verdadero peso a las acciones de sus protagonistas.
En resumidas cuentas, El Círculo al menos logra mantenernos en nuestro asiento sin querer irnos de la sala, pero no deja de ser un lamentable experimento fallido, con ideas que sí son intrigantes en un principio, pero que terminan por caer estrepitosamente.
Por José A. Pino
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