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5/14/17

[Reseña libro] Desastres naturales de Pablo Simonetti: Indescriptiblemente real

Se murió Ricardo y con él se fueron un montón de conversaciones inconclusas, de preguntas, de lugares vacíos que Marco no llena. Un accidente vascular gatilla los recuerdos: en los hijos descansa la esencia de los padres. Padres que son huesos. Padres que acurrucan desde la tumba. Padres que irrumpen como un desastre natural


Pablo Simonetti es, quizás, uno de los mejores escritores chilenos vivos. Como Marco, el personaje principal de su última novela (Desastres naturales), es ingeniero civil. El ganador del concurso nacional de cuentos Paula con Santa Lucía (1997) y autor de una de las tres novelas más vendidas de los últimos quince años, Madre que estás en los cielos, produce ahora una obra de arte: Desastres naturales.


Es una pieza de arte sí, pero no de aquellas que se exhiben en la repisa de los libros. No. Es una pieza para disfrutar en la calle con el viento golpeando la cara a riesgo de ser mirado con extrañeza por sonreír, por llorar, por impresionarse. Desastres naturales emociona como escuchar la historia no dicha de un amigo querido que por fin logra ser sincero. 

Emociona por lo humano. Humano en la complejidad de la palabra: porque Marco es contradictorio, injusto y sensible. No es perfecto, no hizo todo bien. A veces lo sabe, a veces no. Marco es muy real. Tan real como Ricardo, su padre y como Susana, su madre: equívocos, pero coherentes; tangible como sus hermanos que son predecibles en algunos momentos y un enigma en otros. 

La historia está contada en raccontos que tienen como eje a Ricardo: su vida, su relación con sus hijos, su fábrica de metales, su esposa y Marco. Marco es el narrador en primera persona, cuyo nombre –quizás no casualmente- aparece solo llegando al final del libro… pero tampoco es un spoiler que se sepa desde antes. 

Por un lado, la novela es una extensa metáfora entre las etapas de quien narra y los desastres naturales ocurridos en Chile desde la década del ’60. Un terremoto como la descomposición del mundo se corresponden casi con el nacimiento del personaje; la erupción volcánica con su despertar sexual y el reconocimiento de atracción hacia los hombres; un aluvión con el inicio del final de su vida con Ricardo. Irse de Chile y sus desastres es abandonar el esquema. Por otro lado, los desastres también tienen su paralelo con su relación con su padre: la erupción es el momento de mayor cercanía entre ambos (el hombre que apunta el camino) y el aluvión, con la conversión del hombre de empresas es un viejo enfermo.

¿Por qué leerlo? Porque es maravilloso. Es una novela redonda, sin cabos sueltos. Es compleja, pero amena de leer. Es sincera. Entristece, alegra, da rabia, ansiedad, desilusión. Permite la empatía. Quizás muy explícita en lo que a sexo se refiere, aunque no es innecesariamente explícita. 

Nota spoiler-no-spoiler: José Pedro Godoy es el artista, ilustrador de la portada del libro y a quien está dedicada la novela. Quizás les hace sentido esta nota después de leerla.

Por Adriana Villamizar

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