Ya son 14 años de Piratas del Caribe, un tiempo suficiente para darnos cuenta de que ésta quinta entrega tenía bastantes cosas que esclarecer. Estirar el chicle hasta perder el rumbo no es suficiente para detener a Jack Sparrow y su nata capacidad para meterse en aventuras peligrosas. Pero esta vez y a diferencia de la anterior, viejos conocidos vuelven para conectarse con la trama de la primera trilogía, el constante reclamo de los fans. Así, el quinto episodio se siente más como la transición necesaria hacia un futuro que parece destinado a volver a darse vuelta a sí mismo, una y otra vez. No se siente fresca en absoluto, los signos de agotamiento son visibles desde hace tiempo, en especial al darse cuenta de que el desarrollo en los personajes que ya conocemos no tiene una repercusión positiva en la historia. Más bien la película se presenta como un intento por reabrir arcos narrativos que habían sido cerrados, y los nuevos protagonistas no están por encima del factor diversión. Pero ahí está la gracia, es donde realmente ésta franquicia ha sabido brillar en todos estos años, y La Venganza de Salazar recupera bastante de aquello.
Nada más presentado Jack Sparrow en pantalla y ya me tenían con una sonrisa de oreja a oreja, y no precisamente por tener al mejor Johnny Depp entre nosotros. La forma en que construye su mundo a punta de una estética cuidada, buenos efectos especiales y aquella música maravillosa con el sello de Hans Zimmer son capaces de motivar a cualquiera. En la primera mitad queda demostrado con un par de escenas gloriosas desde su ritmo, y se complementan a los aportes del personaje femenino Carina (Kaya Scodelario), una inusual astrónoma de la época que busca una aventura por los típicos complejos de huérfana, y Henry (Brenton Thwaites), el hijo de nuestro querido Will Turner y quien hará lo imposible por salvar a su padre de la maldición expuesta al final de la tercera entrega. Ambos tienen sus debilidades en los roles que deben realizar, pero es Carina quien poseía más aptitudes para sobresalir de manera empoderada, una expectativa aparecida en el primer acto pero que se desvanece a medida que se visualizan los predecibles caminos de la historia. Algo parecido pasa con el nuevo villano que le da nombre al título en español de la película e interpretado por Javier Bardem. Salazar tiene motivos más que suficientes para buscar venganza, y pese a imponer bastante desde la interpretación y a lucir visualmente gracias al cgi, esa motivación no es bien acompañada de una buena conclusión de su conflicto, sepultándolo así en la típica intrascendencia.
El resto de personajes, tales como el Capitán Barbossa y otros cameos regresan con distintos niveles de importancia y dando un impulsivo hacia generar esa sensación de familiaridad que tan bien les resulta a estos productos de entretenimiento. La película no se esfuerza por ser más de lo que ha solido ser, ya sea por sus historias básicas, ese humor infantil o las “infinitas” posibilidades de seguir exprimiendo las aventuras en alta mar (ahora hay tiburones zombies), todo es conocido y planeado para no salirse de su fórmula. Es un reflejo de los vicios que nos gustan, o más bien de los que nos relajan. Porque Piratas Del Caribe es entretención liviana y pasajera, siempre lo ha sido, más contenida a momentos, más épica en otros, pero nunca olvidando reiterar lo rentable de sus bases. Lamentablemente hemos llegado a un punto en que seguir dándole vueltas a lo mismo comienza a dejar de ser un atractivo, y por más que éste regreso me haya complacido en la experiencia, no me imagino a Johnny Depp volviendo a sorprender con uno de sus personajes más queridos pero cada vez con menos que aportarle a la franquicia. ¿Habrá un descanso definitivo para estos personajes? La escena post créditos parece tener la respuesta. Y digo parece, porque a pesar del supuesto éxito económico, se rumorea que el eternamente buscado Capitán Sparrow cuelgue su gorra en no mucho tiempo más, y ya sabemos cómo están las cosas por estos días, los reboots seguirán al asecho.
Por Andrés Leiva
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