“Por qué le dirán barrio alto a ese barrio, si aquí también estamos alto”, esa es una de las frases que me quedó dando vueltas luego de ver Niñas Araña.
La película dirigida por Guillermo Helo, es una adaptación cinematográfica basada en la obra de teatro del mismo nombre por el escritor Luis Barrales. La cual a la vez retrata el fenómeno mediático del 2005, sobre unas niñas que escalaban edificios y hurtaban dentro de los departamentos, que luego al ser capturadas fueron portada de varios diarios.
El argumento es sencillo, tres adolescentes de 13 años viven en los campamentos de la toma de Peñalolén. Son amigas, sus nombres son Avi (Michelle Mella), Estefany (Javiera Orellana) y Cindy (Dominique Silva). Ellas no entienden porque les tocó una vida así, mientras otros disfrutan de lujos, como abrigos de piel o simplemente una ducha de agua caliente. Y es por ello, que, si pueden sentirse como otras personas, lo harán escalando el siguiente edificio.
Avi, es a quién se le ocurre la idea de entrar a edificios y luego bajar desde la azotea de ellos, escalando para poder entrar en departamentos privados, en sectores acomodados de Santiago. Al entrar no llegaban solo por el hecho de robar, sino que ellas apuntan a algo más profundo, como la ilusión de ser “lilis”, término con el cual se refieren a algo lindo o en palabras más coloquiales como algo “cuico”. La película gira entorno a esto, a cómo ellas quieren escapar por un momento de sus vidas porque no soportan la idea de que sus realidades, no tenga futuro alguno.
Helo, logra retratar bien cómo es vivir en una toma y el ambiente que se vive dentro de los campamentos, con mayor hincapié sobre lo vulnerable que es la infancia, como la de nuestras protagonistas. El guion lo encontré muy bien escrito, porque entrega matices que uno no pensaría ver en una historia de este tipo. Frases, como por qué sus casas no se ven desde los edificios, como si la intención de esos edificios fuera hacer creer que no existen sus casas.
Me gustaron las actrices escogidas y cómo estas se desempeñaron en sus roles. Por momentos, es fácil olvidarse que son niñas, adolescentes que se sienten aprisionadas por la vida que les tocó. En la obra de Helo, son muchos los momentos donde el guion brilla con toda su fuerza en su creatividad e ingenio para retratar la desventura de las niñas araña.
Uno de los momentos donde más disfruté la película es cuando se logra una impresionante e inolvidable analogía entre la canción de Mazapán, “Una cuncuna amarilla” y la cruda realidad que viven las pequeñas arañas. Donde les prometo que, desde esa escena, ustedes no van a volver a escuchar/pensar en esa canción de la misma manera en que lo hacían antes de ver la película.
Por Constanza Lobos
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