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4/19/17

[Reseña cine] Un Golpe con estilo (Going in Style): Una ligera crítica al porvenir de la tercera edad

Michael Caine, Morgan Freeman y Alan Arkin se unen inéditamente en esta comedia bastante particular. Tres ancianos, problemas económicos severos y una idea para salir del paso tan brillante como descabellada; asaltar un banco. Por las cualidades del casting podríamos esperar simpatía, momentos inusuales y una historia más de corte familiar, y es lo que justamente me define a Un Golpe con estilo, el remake de la película de 1979. La posibilidad de construir un relato inolvidable se escapa por las trabas típicas del género, y reconociendo que hay un planteamiento que toca las problemáticas actuales de la tercera edad, es poco convincente desde su forma.

Las relaciones de sus personajes son funcionales y no logran un desarrollo que llegue a buen destino, pero que la historia tenga un tono fácil de digerir permite que todo el metraje avance de manera fluida y empática, la principal intención en la dirección de Zach Braff.


Michael Caine no brilla como protagonista, en especial porque el arco de su personaje es poco relevante. Algo parecido ocurre al pensar en el complemento de roles del trío protagónico, llega con mucho esfuerzo a ser sólo el adecuado. Ni siquiera el factor emocional que debía estar a cargo de Morgan Freeman logra su objetivo a cabalidad. Es la figura cómica de Alan Arkin la que mejora las cosas, aunque siga estando algo desaprovechada en el enorme potencial del actor. Lo destacable aquí es que hay un equilibrio bien logrado en caricaturizar a distintos tipos de personalidades en situaciones muy inesperadas.


Así, el conflicto consigue más de una escena notablemente graciosa y algunas medianamente tensas, como también otras que fallan por lo forzado del asunto. Es un tránsito hacia lo absurdo que no siempre da los resultados esperados, un balance mixto que también refleja el aporte de los personajes secundarios. Fuera de esos problemas, la película sí consigue entretener, tiene un ritmo marcado por un humor fundamentalmente blanco, y se apoya de una visión crítica, aunque limitada del sistema económico actual con las famosas jubilaciones. La rebelión de nuestros ancianos expresada de una forma tan superficial es algo agradable de ver, la falta de dramatismo en un contexto así es una experiencia que inevitablemente te alegra, y aunque no haya tanto estilo en este golpe, alimenta a un cine que es capaz de relajar una mala tarde, un panorama para nada desechable.


Por Andrés Leiva

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